Redactado por Sergio Girat Estrada
Ser bloguero y un crítico abierto a los desmanes contra los
deportistas cubanos trae consigo una meticulosa represión de los que dirigen el
deporte en Cuba.
Hace algún tiempo fui llevado al tribunal municipal de Plaza
y multado con 800 pesos, luego de ser acusado por supuesta amenazas por parte
de Hilda González, presidenta del comité de defensa de la revolución (CDR). Una
activa dirigente comunista que desde hace tiempo vigila incansablemente mi
hogar, ubicado en la calle Zapata No 1872 entre 12 y 14.
Este hecho ocurrió durante un juego entre las novenas de EE.UU y Cuba,
ganado finalmente por los norteamericanos, ocasión en que invité a mi hogar
varios miembros de la Peña deportiva MLB que presido. Mientras mirábamos y
debatíamos temas sobre béisbol, se
presentó en la puerta de mi hogar la dirigente cederista que tenía
instrucciones de espiar mi casa por órdenes la seguridad del estado.
Sin reparo la emprendió a gritos acusándonos de: ¨Gusanos,
vende patria, contrarrevolucionarios y otros calificativos que irritaron a mis compatriotas.
Lo peor fue que esta provocación no quedó ahí, sino que hizo llamar al jefe de
sector de la policía y me acusó de haberla amenazado, cosa esta incierta.Toda
una estratagema preparada de antemano contra mi persona.
Finalmente ese día fui a parar a la unidad policial de
Zapata C, donde estuve preso durante seis días en un calabozo, y aunque n o era
la primera vez, la infamia sobrepasó los límites, cuando posteriormente me
sometieron a una falsa judicial, sin fundamento ni pruebas, donde ni siquiera
tuve el derecho a un abogado de oficio y me impusieron una enorme multa.
Por esta cruda realidad pasamos muchos luchadores
pacifistas. En mi caso, la represión ha sido muy preocupante, toda vez que
también se ha perfilado en más de una ocasión contra mis familiares.
Traigo este hecho o colación, no por odio contra mis
represores. Es sabido que la temible policía política usa a infelices como Hilda
González a quienes manipulan su mente con mentiras y patrañas. Pero qué bueno
es sentirse libre para poder opinar.
Al margen de estos
castigos que van más allá del encarcelamiento o persecución, cada vez más, se
levantan voces que rompen las estrategias de la malévola intención de un
descomunal aparato militar, entrenado y adiestrado excesivamente, para
silenciar o paralizar a la oposición por cualquier vía. Algo que no han podido.
Eleonor Roosevelt dijo. Toda experiencia nos obliga a enfrentar el
miedo cara a cara, nos hace más fuertes aumenta nuestro valor y nuestra
confianza.
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