jueves, 26 de enero de 2017

Salvar la pelota

Ahora, cuando se anuncia que Cuba jugará de nuevo en la Serie del Caribe, hay más cubanos a favor y menos en contra de aceptar el reto

El Gobierno cubano ha logrado sobrevivir al descalabro de la industria azucarera. Eso es algo que a nuestros antepasados les hubiera resultado inverosímil: sin azúcar hay país. Por supuesto, es un hay que podría sustituirse por un a pesar de… Pero lo que todavía el más crédulo de los cubanos no puede creer es que sin béisbol siga habiendo país. Es béisbol es una de esas últimas cosas terrenales que el menos cubano se dejaría arrebatar. La pelota fue lo primero que vio jugar en su barrio, y el primer deporte que oyó narrar o vio en televisión. La bola fue el profano credo de sus abuelos y sus padres, el juego en que inicia al pequeño hijo con la esperanza de que un día lleve en la camiseta su apellido.

Sin pretender una apología de nuestro pasatiempo nacional, por cierto, prohibido por los españoles durante la Colonia a causa de ser extranjero e insurrecto, es oportuno hacer algunas reflexiones más allá de las bolas y los estrikes. La pelota, aunque nació en tierras del Norte, es tan cubana como sus palmas. Es raíz de nuestra cultura de manera indisoluble pues un buen pedazo de la idiosincrasia insular, con sus frases y sus tradiciones, hace referencia al béisbol.
Ahora, cuando se anuncia que Cuba jugará de nuevo en la Serie del Caribe, hay más cubanos a favor y menos en contra de aceptar el reto. Tengo un amigo por estos lares que paga una antena parabólica solo para ver la pelota cubana. No le interesan mucho las llamadas Grandes Ligas. Él sigue aferrado a los equipos de Industriales, Matanzas o Las Villas. Y me confiesa que como él hay miles en Miami. No son castristas y aun entienden a aquellos que les gusta ver perder al equipo cubano porque creen que es una prolongación del régimen sobre la grama de un estadio. Pero se duelen con un Equipo Cuba que no gana un campeonato internacional desde 2005. El anuncio de la readmisión de Cuba en topes profesionales los ha llenado de esperanzas.

Recordemos, brevemente, que la revolución cubana como toda insurrección contra el orden establecido, pretendió una relectura de la historia pasada y la construcción de nuevos paradigmas, afines a sus objetivos milenaristas: el poder sempiterno. Enumerar el desmontaje en medio siglo de costumbres, léxico, economía, conmemoraciones, símbolos, intelectuales, artistas, científicos, deportistas e incluso de la arquitectura de Cuba resultaría una labor interminable. Dentro de ese desguace estuvo crear el Béisbol Revolucionario y condenar a la herejía la llamada —geniales para poner nombres humillantes— Pelota Esclava.

Sin embargo, la pelota, por una extraña circunstancia, ha sido relativamente inmune a ese brain washing. Se prohibió la práctica profesional y los cubanos siguieron oyendo, —bajito, bien bajito el volumen, como si un delito se tratara— la Serie Mundial. Se tildó a los desertores de enemigos y apátridas, y hoy cualquier aficionado conoce las hazañas del Duque, Livan, Puig y Chapman. En 50 años los cubanos nunca han visto un juego de Grandes Ligas en la TV nacional mientras los bancos de películas —ilegales— alquilan el Juego de las Estrellas.

Me contaban que a finales de los 90 un líder de la Iglesia Cubana hizo un viaje de trabajo a Baltimore. En sus intercambios con el entonces arzobispo norteamericano, éste le pregunto si podrían hacer algo por Cuba. Y el prelado cubano le dijo que un encuentro de beisbol de los Orioles y una selección cubana vendrían a ser como una gota de agua en el desierto de las relaciones entre los dos países. Los juegos se dieron, en Cuba y en Estados Unidos, y aun cuando la anécdota de cómo se pactaron no sea totalmente verídica, evidencia que es mucho más lo que une a nuestros dos países que lo que los separa. Recordemos que los dos intelectuales más grandes que ha dado Cuba, el padre Félix Varela y el apóstol José Martí, vivieron la mitad de sus vidas en estas tierras. Le vieron sus sombras, que no son pocas, pero también vieron sus grandes luces, solo aptas para autopistas.

Hay varios indicios que pudieran hacernos pensar que detrás de un presunto rescate de los valores más auténticos de la cubanidad se esconde la intención de sobrevivir al desastre final, un abismo —lo del precipicio lo dijo Raúl Castro— que se insinúa en el horizonte de Cuba una vez desaparecida la Generación del Centenario. Ya en los 90, tras la debacle ideológica del Socialismo Real, Fidel Castro pudo subir a escena a intelectuales cubanos —algunos, incluso, desde el exilio— los cuales sirvieron para el reciclaje ideológico, partiendo de bases criollas. Ya hoy esos intelectuales están en retirada o han muerto y hay que buscar nuevas fuentes para calzar cierto nivel de legitimidad a un discurso que ya nadie, ni ellos mismos, se creen.

Los indicios de esa búsqueda pueden ser tan pedestres como recuperar al reparador de colchones o el vendedor de fritas, o volver a sesionar en el Capitolio Nacional —albergó vacas lecheras y fieras disecadas: nada originales García Márquez y Carpentier— y al mismo tiempo dar luz verde para que salgan y entren cubanos de Cuba, algo que suena macarrónico a cualquier hijo de vecino no-cubano. En todo caso, los indicios conducen al Norte; son señas que se le hacen al dogout contrario.
Así pues, ¿Habría algo mejor que la pelota para salvar este inning final? El beisbol, como lo ha sido en otras ocasiones, ofrece ese nivel lo suficientemente diplomático —tiempo, estrategia— para sin prisa pero sin pausa, dejar a los futuros dirigentes cubanos una sociedad menos desesperanzada, no ya pobremente alimentada. Saben muy bien los dirigentes cubanos que el modelo autoritario y centralizado de economía no funciona. Pero, como en el béisbol, confían en que hasta el último out no hay nada decidido. Luego, la jugada seria perder pero perder sin dejar la mala impresión de haber estado jugando medio siglo para nada o como dirían en mi barrio, jugando majá.

Aceptar la participación en la Serie del Caribe puede ser una analogía de lo que está sucediendo con Cuba en el terreno internacional y nacional: necesitan jugar y van a aceptar algunas reglas. El balance entre necesidad y seguir reglas es lo que definirá el futuro de la Isla. Lejanos están ya los días en que el beisbol cubano imponía su nivel de juego, aplastaba a sus enemigos amateur y se sentía dueño de cargar bate de aluminio y bola rápida con los consiguientes jonrones. Sin embargo, habrá que tener mucho ojo con el dogout: un cambio de seña y volveremos a empezar.

¿Termina la emigración de peloteros cubanos?


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Luego de la derogación de la política de “pies secos, pies mojados” por el presidente Obama, no pocos se preguntan por su impacto para el béisbol cubano. Hablamos de un deporte que es pasión e identidad para los nacidos en la Isla pero que ha visto emigrar a más de 200 jugadores en los dos últimos años.
¿Cuál puede ser entonces la influencia de esta medida? ¿Frenará el éxodo de peloteros o, por el contrario, mantendrá el crecimiento sostenido de su diáspora?
La emigración de beisbolistas de Cuba no es un fenómeno reciente. El triunfo de la Revolución Cubana en 1959 supuso la ruptura en poco tiempo con el deporte profesional. La visión imperante desde entonces sobre las prácticas deportivas terminó por dividir al béisbol cubano en dos: el emigrado y el no emigrado.
Otro aspecto importante es que a partir del bloqueo/embargo impuesto a Cuba en 1961, los jugadores residentes en la Isla no pueden ser contratados legalmente en los Estados Unidos. El Departamento del Tesoro nunca hizo una excepción específica para el caso del deporte. Ello contribuyó a mantener los efectos de una situación que aún perdura.
La migración de peloteros no fue significativa durante varias décadas, pero tras la crisis económica de los años 90 ha crecido exponencialmente. Ejemplos como los de René Arocha, Rey Ordoñez y los hermanos Orlando y Liván Hernández fueron seguidos por muchos otros, aunque no todos lograran cumplir el anhelo de llegar a las Mayores.
Ahora bien, la emigración del béisbol cubano ha cambiado sus preceptos en el último lustro. El concepto “deserción”, de indiscutible cariz político y aplicado a quienes abandonaban las selecciones nacionales en el exterior, ha sido sustituido paulatinamente por términos como “abandono” o “baja”. Muchos de los que se han marchado en los últimos tiempos lo han hecho por un camino legítimo.
A la partida dolorosa de los hermanos Gourriel en febrero de 2016, le seguiría, entre otras, la del mejor prospecto del béisbol cubano ahora mismo (Luis Robert Moirán) y la de jugadores casi hechos como José Adolis García o Héctor Mendoza, ambos contratados previamente en Japón. Y ello podría continuar.
El agente y periodista venezolano Félix Luzón piensa que la eliminación de la política “pies secos, pies mojados” no cambiará mucho el panorama.
“A los efectos del béisbol, no le veo mucha influencia. Los cubanos pueden seguir obteniendo residencia a través de terceros países como Haití, México, República Dominicana o Venezuela, pues el nuevo acuerdo entre la Asociación de Jugadores y los dueños de los equipos de Grandes Ligas contempla que los cubanos considerados amateurs internacionales pueden firmar mientras tengan residencia en otro país”, comentó en exclusiva a OnCuba.
Las reglas siguen acompañando a los beisbolistas antillanos y el lente de la emigración se ha sobregirado. Antes se marchaban jugadores de cinco a ocho años de experiencia en Cuba, con una edad relativa entre 25 y 28 años. En 2016 vimos a más de una veintena de juveniles y juniors ir en busca del camino de las Mayores. Así lo prueba la salida de jugadores con estirpe de prodigio, integrantes del último equipo Cuba campeón mundial en la categoría Sub-15.
La emigración de peloteros cambió en cuanto a edad, aspiraciones y rumbos, y el nuevo acuerdo con los Estados Unidos no influirá en el desangramiento de jugadores. Esta quimera solo será posible si la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) desata el nudo. En diciembre de 2015, tras la visita de una delegación a la Isla, la MLB y su Comisionado Rob Manfred pidieron a la OFAC un permiso especial para contratar peloteros en Cuba. Esto no ha sucedido.
Mientras, la Federación Cubana de Béisbol ha visto las luces de su teatro apagarse. La Serie Nacional no es ya una vitrina tan lustrosa.
“Yo lo veo como el inicio de un proceso que pueda conducir a un acuerdo entre ambas partes. Ello también fuerza a que la liga cubana se convierta en profesional para que se puedan hacer tratos directos”, le dijo también a OnCuba Román Rubio, agente de béisbol en My3GSports.
El carácter no profesional del campeonato cubano, al menos desde la perspectiva de la MLB, fue uno de los argumentos dados por Juan Francisco Puello Herrera, presidente de la Confederación de Béisbol Profesional del Caribe, al anunciar que Cuba no volvería a ser invitada a la Serie del Caribe.
En 2016 fuimos testigos de declaraciones de los dirigentes del béisbol de la Isla sobre contratos en el exterior. Países como Australia, Colombia, México, Japón o Taipei de China figuraban como posibles escenarios. Sin embargo, según parece, en 2017 solo mantendremos a Canadá, única dama fiel en las negociaciones con la máxima instancia beisbolera de Cuba.
¿Acaso se terminaron las demás alternativas? ¿O resulta más fácil y reconfortante para muchos lograr acuerdos al margen la institucionalidad deportiva de la Isla?
La política de “pies secos, pies mojados” quizá facilitó la salida a algún que otro pelotero en el pasado. Pero en el presente el beisbolista cubano viaja legalmente, negocia desde su misma casa, conversa, ata conexiones y luego emigra.

jueves, 12 de enero de 2017

Yoan Moncada impresiona en su primer minicampamento con Chicago


Si a los fanáticos les hubiesen permitido entrar a ver a los bateadores de los White Sox que participaron el minicampamento del club, que terminará el jueves en Camelback Ranch, lo más probable es que el cubano Yoan Moncada se hubiese llevado su primera ovación como miembro de su nuevo equipo.
La práctica de bateo terminó siendo una impresionante exhibición de este ambidextro de 21 años con cuerpo de jugador de fútbol americano. Bateando a la zurda, Moncada mandó un par de envíos hacia el jardín izquierdo. Siguió con un palazo sobre la cerca por el jardín central de uno de los campos traseros del complejo, que dentro de poco más de cinco semanas servirá de sede de los entrenamientos primaverales de Chicago.
"Yo me describiría a mí mismo como un bateador de poder porque ahora tengo más fuerza", le dijo Moncada a MLB.com después de la práctica. "Me gusta mucho darle a la bola hacia todo el terreno.
"Obviamente es alguien muy fuerte", dijo Chris Getz, director de desarrollo de jugadores de los White Sox. "Tiene el cuerpo de un atleta fornido. El hecho de que sea ambidextro, que tenga poder y habilidad para batear te hace pensar que su potencial es ilimitado".
Esas palabras son música para los oídos de los aficionados del equipo.
Moncada está ubicado como el prospecto número 1 de todo el béisbol, de acuerdo con MLBPipeline.com. El cambio que lo trajo desde los Medias Rojas, que lo firmaron en un principio por un bono récord de US$31.5 millones, dejó perplejos a los seguidores de los White Sox, aunque ello hubiese resultado en la partida del as Chris Sale. Ahora, el talentoso infielder es visto extraoficialmente como la pieza central del proceso de reconstrucción del club.
Este minicampamento para bateadores le dio a Moncada la oportunidad de compartir con algunos de sus nuevos compañeros, pues cuando se produjo el cambio estaba medio de un viaje fuera del país.
"No me lo esperaba. Pensé que me iba a quedar en Boston mucho tiempo", dijo Moncada. "Pero ahí es cuando te das cuenta de que esto es un negocio. Ahora tengo la oportunidad de jugar con este equipo y hacer cosas grandiosas aquí.
"Las conversaciones con él han ido muy bien. Es un muchacho muy maduro, con buen juicio", dijo el manager de Chicago, Rick Rentería, refiriéndose a Moncada. "Puedes ver que tiene el talento físico, de eso no hay dudas. Obviamente todos en la organización esperamos que sea una parte muy importante del futuro de los White Sox".
Aunque Moncada no había bateado por un buen tiempo, Rentería quedó impresionado con lo mostrado por el cubano. El joven bateó .211 en 20 visitas al plato con los Medias Rojas la temporada pasada tras ligar para .294 con 15 jonrones, 31 dobles, seis triples, 62 empujadas y 45 bases robadas en dos sucursales de las menores.
La velocidad es parte importante del juego de Moncada, quien señaló que le gusta tocar la pelota, aunque no haya podido hacerlo mucho desde que llegó a los Estados Unidos. Esta temporada muerta ha estado muy ocupado entre el canje y una visita a Cuba en diciembre, la primera desde que llegó a radicarse en los Estados Unidos. Allá tuvo la oportunidad de ver a sus padres por primera vez en dos años.
Que sus padres, Manuel Moncada y María Caridad, puedan unírsele en los Estados Unidos y verlo jugar es un sueño para Moncada. Para los fanáticos del sur de Chicago, contar con Moncada es también un sueño.
"Estará en el campo de entrenamientos de Grandes Ligas; competirá por un puesto y a partir de allí iremos viendo", dijo Getz. "Tiene una personalidad muy divertida y sabe de béisbol. Te puedes dar cuenta de ello después de las pocas conversaciones que he tenido con él. Será divertido.
"Sin duda alguna, nos ha impresionado".

L.A. Dodgers cerca de firmar al infielder cubano José M. Fernández


El infielder cubano José Miguel Fernández está cerca de llegar a un acuerdo de ligas menores con los Dodgers, de acuerdo con fuentes citadas el domingo por Jesse Sánchez de MLB.com.
El equipo no ha confirmado el informe.
De acuerdo con Sánchez, Fernández recibirá un bono de US$200,000 por su firma.
Fernández, quien desertó de Cuba en diciembre del 2015, jugó siete temporadas con Matanzas en la Serie Nacional de Cuba, la liga más importante de su país.
El zurdo bateó .523 con tres dobles y seis empujadas con la selección nacional de Cuba en el Clásico Mundial de Béisbol del 2013.
Fernández no jugó en el 2015 después de ser suspendido por haber intentado desertar hacia finales del año anterior. El pelotero de 28 años jugó en la liga invernal de República Dominicana esta temporada.
Fernández fue declarado agente libre en abril del 2016 y desde entonces era elegible para firmar con cualquier equipo.

Pedro Ramos: “Nunca he dejado de desayunar, almorzar y comer béisbol”


Una gloria de las Ligas Mayores, el pinareño Pedro Ramos, honró por estos días las tribunas del Victoria de Girón. Se sentó allí, en silencio, con el tabaco a mano y una gorra que recuerda su paso hace más de medio siglo por los Yankees de New York. En el terreno, matanceros y granmenses dirimían el primer desafío de su semifinal.
No era difícil advertir que aquellos ojos de 81 abriles escaneaban cada detalle del encuentro. Miraban a los pitchers, al outfield, al bateador en turno, al público. Hacía mucho que no entraba a un estadio de su país: exactamente desde 1961, cuando ayudó al Cienfuegos a ganarle al Almendares la última temporada del campeonato profesional cubano.
Década y media como lanzador de Grandes Ligas, experiencia como preparador y scout en la organización de los California Angels, y períodos al frente del pitcheo en las selecciones absolutas de Nicaragua y Colombia, avalan la capacidad de este hombre para captar esencias beisboleras. Por eso habría sido imperdonable pasar por alto la ocasión de saber el criterio que se había forjado en su primera asistencia a un encuentro de la Serie Nacional:
Ante todo, me pareció de interés el lanzador de Granma [Lázaro Blanco], que tiene el mismo ángulo de pitcheo que yo, tres cuartos abajo, y de vez en cuando llega a lateral. Encima de eso, casi siempre trabaja en la zona baja, que es donde se debe hacer, le quita y le pone a los envíos y goza de buena mecánica. Por eso no era difícil darse cuenta de que le iba a dar problemas al rival. No obstante, Matanzas salió con disposición, pero su fisonomía cambió con un solo batazo, que fue el jonrón con bases llenas. A partir de ahí sus peloteros dejaron caer la guardia, pese a que estábamos antes de la mitad del juego y se trata de un equipo capaz de remontar marcadores porque tiene poder ofensivo.
Del otro lado, el pitcher local empezó bien, mezclando y controlado. Pero si yo hubiese estado pitcheando no dejaba que ese bateador [Alfredo Despaigne] me ganara el partido, porque le habría tirado todo el tiempo en la esquina de afuera y a una altura que no pudiera levantar la bola a distancia.
Me preguntas qué más pude ver. Pues vi varias cosas que no se hacen en el béisbol profesional. Por ejemplo, ustedes en la práctica de bateo antes del juego se esfuerzan más de lo debido y eso cansa los brazos y los hombros. Ya lo dice un viejo refrán: “Caballo cansa’o no gana carrera”. Yo me acerqué a los peloteros de Matanzas y les recomendé limitarse a dar batazos de calidad, haciendo menos swines innecesarios. Porque noto que los peloteros cubanos salen a la práctica a romper el techo del estadio, en lugar de buscar hacer contactos más precisos. A nivel de Grandes Ligas la práctica es más ligera, más aún si se está en un play off.
También veo que los bateadores le hacen swing a muchos envíos diferentes. Ese es su mayor problema: que no son selectivos, carecen de una zona específica de contacto. Muchas veces son más impacientes de la cuenta y no dejan que el pitcher queme gasolina para que se canse y pierda efectividad.
Pienso que acá habrá que trabajar bastante para estar en condiciones de enfrentar otras categorías de béisbol. Habría que cambiar inclusive los mismos sistemas de preparación. Digo estas cosas y ojalá no me tilden de pedante; son apenas criterios derivados de veinticinco años en la pelota profesional, viendo a muchos grandes bateadores y entrenadores. Y la vista no ha solido traicionarme: te cito el caso de que, haciendo labores de scouteo para los California Angels, me pidieron que les enumerara diez prospectos con opciones de subir a la MLB y todos llegaron. Entre ellos estaban Mike Piazza, Bernie Wiliams y Carlos Delgado.
Yo estoy desvinculado hace unos quince años del mundo de la preparación, pero nunca he dejado de desayunar, almorzar y comer béisbol, y me siento dispuesto a colaborar donde pueda ser útil. Esto ha sido mi vida y lo llevo en la sangre; así que mientras pueda moverme en el terreno y alguien me convoque, estoy listo. El propio Víctor Mesa me dijo que quisiera invitarme a estar un mes ayudando en la preparación de sus pitchers y si eso se concreta, yo lo haría sin exigir ningún tipo de pago.

Rangers firman al infielder cubano Luis Yander La O


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Los Rangers de Texas han firmado al infielder cubano Luis Yander La O a un contrato de liga menor, según Jesse Sánchez de MLB.com.
Sánchez informó que La O, quien desertó de Cuba en el 2015 y hace un año fue declarado elegible para firmar con un club de Grandes Ligas, recibirá un bono de US$110,000.
La O ha fungido principalmente como tercera base, pero también ha visto acción como intermedista y campocorto. En seis temporadas en la Serie Nacional de Cuba, registró promedio de .329 con nueve jonrones y 143 remolcadas en 347 compromisos.
La O bateó .327 con dos jonrones y 39 remolcadas en 76 juegos por los equipos de Santiago y Matanzas durante la temporada del 2014-15. El infielder fue pieza clave del equipo de Cuba que ganó la Serie del Caribe en el 2015 al sumar siete hits, dos carreras anotadas y una remolcada en cuatro partidos.