lunes, 24 de noviembre de 2014

Liván Hernández sueña con dirigir un equipo de Grandes Ligas





Hasta que no muestra su sonrisa, uno no puede imaginar que pasa por la mente de Liván Hernández, pero basta hablarle de béisbol o golf para ver como el rostro se le ilumina y la lengua se le suelta.

Luego de 17 temporadas en las Mayores, 178 victorias, 1,976 ponches y 3,189 entradas de actuación, no cabe duda de que Liván puede hablar de la pelota con propiedad y hasta enseñar una cosa o dos.

Pero este miércoles su preocupación no será dominar a un bateador sino utilizar bien los palos de golf para superar a su hermano Orlando “El Duque’’ Hernández en un torneo para recaudar fondos para niños con problemas.

Liván adora a Orlando, pero no tanto como para dejarle ganar.

¿Qué estás haciendo con los Nacionales en específico?

“Primero me pasaba 10 días en las estancias en casa del equipo, pero ellos me fueron pidiendo que pasara más tiempo y para esta temporada estaré casi todo el tiempo, ayudando sobre todo en la parte del pitcheo’’.

¿Y tienes paciencia para ser maestro?

“Uno nunca sabe si las cosas son buenas o malas hasta que las prueba. Y sabes qué, me gusta. Hablo con los lanzadores, algunos son verdaderas estrellas, pero me escuchan, me piden consejo y yo les hablo con una sinceridad brutal sobre lo bueno y lo malo de esta profesión’’.

En verdad, no pensé que tuvieras paciencia para enseñar.

“Cada cosa tiene su momento y su tiempo, y tal vez ahora en el retiro miro la vida con otra perspectiva. Además, eso me permite estar en los terrenos de béisbol, cerca del deporte que amo y amaré mientras respire’’.

También eres una especie de embajador de Washington.

“Sí, en muchas ocasiones voy a eventos representando al equipo. Soy una persona reservada que prefiero la tranquilidad de la casa o el campo de golf, pero si los Nacionales me piden que los represente, pues respondo. Ese es un honor que me ofrece el equipo y no lo voy a rechazar’’.

Desde ese 1997 del “I love you Miami’’ hasta este 2014 ha cambiado mucho el panorama de los cubanos en las Mayores.

“Qué si ha cambiado, es una transformación enorme. Yo estaba prácticamente solo por esos días, con Canseco, Palmeiro, que no jugaron en la isla…y ahora los veo llegando en gran número y calidad. Creo que al final todo era cuestión de tiempo, porque la calidad siempre estuvo ahí, esperando la oportunidad’’.

Sé que hablas con muchos de ellos, ¿qué les dices?

“Que aprendan el sentido de la palabra profesional, que no se trata solo de dinero. En Grandes Ligas el talento va disminuyendo por el camino, pero la reputación permanece en el tiempo, para bien o para mal’’.

Después de tantos años en Grandes Ligas, ¿qué te falta por hacer?

“Me gustaría ser coach de pitcheo o hasta mánager en cierto momento. Siempre me he relacionado bien con los peloteros de todas las culturas y formas de ver la vida. Tal vez muchos no asocien ahora el nombre de Liván con el de un dirigente, pero cuando a mí se me mete una idea en la cabeza…’’.

¿Quién es mejor con los palos de golf, tú o El Duque?

“Bueno, siendo diplomático te diré que hay días buenos y malos, y que todo se decide en el campo. El año pasado gané yo, pero él dice que ahora será el ganador. Vamos a ver qué pasa cuando comience el juego. Al final lo importante es que ganan los niños’’.

Con el Golf en la Sangre

El Segundo Clásico “Con el golf en la sangre’’ se jugará a partir de las 10 de la mañana de este miércoles en el Melreese Country Club (1802 NW 37th Avenida, Miami, Fl 33125) a beneficio de la institución sin fines de lucro The First Tee Miami, consagrada a la ayuda de niños y jóvenes.

El evento tendrá para esta ocasión la novedad de que junto a estas dos leyendas estarán dos golfistas profesionales del circuito PGA, el venezolano Alfredo Adrián Ploch que hará pareja con Liván; y el miamense Erik Compton, vicetitular del pasado US Open, junto a “El Duque’’

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Cuando 'escacharon' a Pedro José Rodríguez



Habría que situarse en el momento, para entender la magnitud del problema. Pedro José Rodríguez, Cheito - El Cheo - era un ídolo no sólo de Cienfuegos, su provincia natal, sino de toda Cuba. Era el tercera base regular del equipo nacional; un jonronero por excelencia, un 4to bate nato. Cuando se agachaba en el cajón de bateo a los pitchers se les ponían los huevos chiquiticos. Eso de "lanzar bajito" no iba con el Cheo, porque golfeaba la bola y la ponía encima del techo. Pedro José Rodriguez era más jonronero que José Abreu, la estrella cubana de los Chicago White Sox en las Grandes Ligas Americanas de Béisbol.

Pero el Cheo un día se ponchó con ochenta dólares. Ochenta dólares de basura, que eran basura, y seguirán siendo basura, si los comparamos con los millones que él mismo había rechazado poco antes por "pasarse" a las filas del profesionalismo. Alguien dice que fue más... que importa si fueron más o fueron menos. Que importa si fueron ochenta u ochocientos.

En una época tan plena de fervor revolucionario en Cuba, donde cada medida del gobierno, o cada ley que dictara el gobierno era vista por la población como una justa respuesta a las acciones provocadoras del enemigo, la tenencia ilegal de divisas era eso... ilegal y quien incurriera en eso era, al parecer, un vulgar delincuente... y contrarrevolucionario.

Bueno... ¿y los millones que él rechazó? Y... ¿por qué el Cheo no se quedó y regresó siempre?

El pueblo cienfueguero se vistió de luto. La gente, incluso la más revolucionaria, defendía la tesis que la sanción había sido fuerte, demasiado fuerte e injusta, pero nadie dijo nada. Si alguna vez sentí "división en las filas" fue en aquel momento. Recuerdo el padre de un amigo mío, que era "comecandela", y estaba en contra de la sanción. En la calle no se hablaba de otra cosa. Hay que hablar de lágrimas incluso en algunos que ni siquiera eran fanáticos. Hasta aquel día, su nombre era constante en los medios provinciales. A partir de aquel día, un mutis. No se hablaba de él. Nunca por la radio se escuchó un "que falta nos haría ahora un Cheíto" Nadie quiso meter las manos en la candela. Nadie lo defendió. Ni del Gobierno ni del INDER. Allá arriba oídos sordos. Defenderlo equivalía a defender un delincuente, a un traficante de divisas y defender un delincuente era solo permitido, a veces, en un juicio y por el abogado defensor. Nadie quiso sacrificar su puesto o su nombre. Nadie quiso perder un lujo. Nadie quiso embarrarse. Nadie siquiera luchó por una rebajita a la condena y luego, cuando liberaron al otro implicado, la gente se cuestionó como era posible que uno sí y otro no. Entonces fue que se formó el runrún, y el Cheo volvió, pero ya el Cheo estaba fuera de zona.

El Cheo volvió... ¡el Cheo no se fue nunca! me dijo un día su padre sentado en el sofá en la sala de mi casa. Donde quiera que llega todo el mundo lo conoce, lo saluda, lo quieren, lo respetan. Todos esos que le dieron la espalda... ¿dónde están? De incógnitos por las calles. Nadie los conoce, nadie los pone delante en una cola.

En aquel entonces recordé al Kid Chocolate y la miseria-riqueza en que murió. Hay cosas que valen más que cuatro pesos. O que medio peso, como reza una canción humorística.

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Incineran leyenda del béisbol cubano




Una de las más grandes leyendas del béisbol cubano, Asdrúbal Baró Hernández (Mayarí, 21 de noviembre de 1928), fue incinerado, por voluntad propia, este miércoles en La Habana, tras su repentino fallecimiento ayer que causó consternación entre familiares y amigos. 

Junto a su compatriota Conrado Marrero, Baró sentía especial orgullo por haber representado a su país en numerosas series del Caribe. “De hecho estuvo en tres. En 1954 con el equipo de Almendares en Puerto Rico, donde conquistó plata, y después se tituló doble con los Tigres de Marianao: en La Habana en 1957 y en la capital boricua, San Juan, en 1958”, afirma el colega Tony Díaz Susavila, en una entrevista que le realizó para el sitio web Béisbol cubano (http://www.beisbolcubano.cu/), publicada en enero de este año.

Hombre extremadamente modesto, sencillo, revolucionario hasta la médula, Baró siempre prefirió, a pesar de las grandes ofertas de los equipos norteamericanos de las grandes ligas, vivir entre los suyos, al lado de quienes siempre le amaron y comprendieron, entre ellos sus hijos Bárbara y Asdrúbal, de quienes sentía especial orgullo por sus herencias personales, es decir, sus conductas ante la vida.

Nacido en Mayarí, en la oriental provincia de Holguín, “aunque realmente comencé a jugar béisbol organizado con la novena de Caimanera, en Guantánamo, allá por el año 1945, en la Liga Amateur de Oriente”, tal expresó a Díaz Susavila. Posteriormente pasó al equipo de Matanzas y ya en 1947 integraba la Liga Central de Santa Clara, en la que resultó campeón de bateo con promedió sobre los 400. “Con los Alacranes del Almendares —afirmó— fui a mi primera Serie del Caribe”.

A pesar de los achaques que el avance de los años le propinó, este amigable hombre que siempre vivió de forma humilde, estuvo ligado al béisbol cubano hasta los últimos instantes de su vida. Fue director de los conjuntos de Pinar del Río, Isla de la Juventud y Villa Clara. Después de su jubilación oficial, su presencia era recurrente en uno de los palcos del Estadio Latinoamericano o en la peña del Parque la Normal, en el Cerro, barrio donde vivió durante muchos años y en el que igualmente era respetado por sus modales y sus deferentes frases de estimación hacia sus vecinos y amigos.

La madre de sus hijos, Nilda Rodríguez, expresó a Trabajadores que Asdrúbal fue siempre un fiel amante de la Revolución cubana, de su pueblo y de la pelota. Lamentó la pérdida del valioso ícono y aseguró que su legado al deporte nacional ha sido reconocido por grandes figuras que se formaron bajo sus enseñanzas y su ética.

Nilda, quien le acompañó durante sus prolongadas giras por varios países y convivió con él en Estados Unidos en la década de los años 50 del pasado siglo, asegura que en ese tiempo sufría mucho por encontrarse aislado de su Patria, enfrentando otro idioma, así como por la discriminación que, como mulato, experimentaba en aquel país, que, según él “realmente no nos querían, nos utilizaban porque éramos buenos jugadores y llevábamos aficionados a los estadios, pero los preferían blancos”.

Con esa cordialidad y cariño que suele distinguir a los nacidos en la porción oriental de la isla, Baró, también se desempeñó en las Ligas Menores estadounidense y en la mexicana, entre otras, y fue ejemplo de disciplina y dedicación, de sacrificio y fidelidad.

Él aseguraba que si volviese a nacer sería nuevamente pelotero, y recordaba con especial admiración sus prácticas en el terreno junto a memorables figuras como “Witty” Quintana, Héctor Rodríguez, Conrado Marrero, Julio Bécquer, Willie Miranda, Ángel Scull y Oscar Sardiñas, por solo citar algunos. “Ya en 1957 y 1958 la historia fue distinta. Tomamos revancha de los puertorriqueños y nos coronamos con el equipo de los Tigres de Marianao. Napoleón Reyes nos dirigió esos dos años.

“En el 58 ocurrió —agregó en su diálogo con Díaz Susavila— un hecho curioso: tuvimos que jugar la final en doble jornada, porque le ganábamos a los boricuas en el programado cuando una decisión arbitral validó la carrera que terminó por ser la de la victoria. Eso provocó que casi se inundara el estadio de botellas, cojines, periódicos y cuanto encontraron los fanáticos, y hubo que posponer el juego para el día siguiente, cuando vencimos 2-0 en un partido inolvidable”, expresó en la mencionada entrevista.

Trabajadores se une a la pena nacional por esta irreparable pérdida y hace llegar sus condolencias a familiares y amigos de esta emblemática figura de nuestro deporte nacional.

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jueves, 6 de noviembre de 2014

Iglesias con buen arranque por los Rojos





Los resultados preliminares del cotizado prospecto cubano de los Rojos, Raisel Iglesias, han sido positivos. Cincinnati ha determinado que el serpentinero, quien firmó en junio un contrato de Grandes Ligas de siete años y US$27 millones con un bono de US$5 millones por firmar, permanecerá en la Liga Otoñal de Arizona en lugar de tirar en la liga invernal de Puerto Rico.

“Hemos hecho un cambio de planes”, expresó el gerente general de los Rojos, Walt Jocketty. “Es más fácil controlar su volumen de trabajo aquí. Eso era lo que más nos preocupaba”.

Iglesias, de 24 años de edad, hizo su cuarta presentación en la Liga Otoñal el lunes y lanzó una entrada en blanco con dos ponches. Tras cuatro juegos y un total de 4.0 capítulos, el derecho no ha concedido carreras ni imparables, con dos bases por bolas otorgadas y tres ponches.

“Lo vi en la lomita en dos ocasiones — su última presentación en la liga instructiva y su primer partido en la Liga Otoñal. Se vio imbateable”, señaló Jocketty. “Me impresionó bastante”.

Después de desertar de Cuba en noviembre del 2013, Iglesias llegó a los Estados Unidos desde Haití en agosto de este año y se presentó a las instalaciones de los Rojos en Goodyear, Arizona para entrenar y finalmente integrarse a la liga instructiva.

Aunque Iglesias fue relevista en Cuba y muchos escuchas de otros equipos en la Gran Carpa lo califican como tal, los Rojos vieron a Iglesias como un posible abridor.

Dicho plan no ha cambiado, y contar con Iglesias como abridor podría favorecer al equipo a largo plazo si la gerencia no puede retener a sus cuatro abridores que están a un año de convertirse en agentes libres — los dominicanos Johnny Cueto y Alfredo Simón, además de Mat Latos y Mike Leake.

Por ahora, los Rojos siguen avanzando lentamente con Iglesias.

“En estos momentos estamos aumentando su volumen de trabajo porque no ha lanzado a nivel competitivo en un año”, manifestó Jocketty. “Estamos tratando de incrementar sus innings y la fuerza en su brazo para que se pueda preparar para llegar a los Entrenamientos de Primavera como abridor”.

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Equipo Cuba a los Centroaméricanos




La Federación Cubana de Béisbol dio a conocer el equipo a representarnos en los Centroaméricanos de Veracruz 2014. Aqui se los dejo:

Receptores: Frank Camilo Morejón(IND), Yulexis La Rosa(VCL) y Yosbani Alarcón(LT).

Jugadores de Cuadro: Alexander Malleta(IND), Lourdes Gourriel jr(IND), Yuliesky Gourriel(IND), Yordan Manduley(HOL), Yander La O(SC), Dainer Moreira(MTZ).

Jardineros: Alfredo Despaigne(GRM), Alexei Bell(SC), Roel Santos(GRM), Frederich Cepeda(SS), Yadiel Hernández(MTZ).

Lanzadores: Freddy Asiel Álvarez(VC), Norge Luis Ruiz(CMG), Héctor Mendoza(IJ), Yoannis Yera(MTZ), Yosbani Torres(PR), Yaisel Sierra(HOL), Vlaldimir Gutiérrez(PR), Julio Alfredo Martínez(PR), Cionel Pérez(MTZ), Jonder Martínez(MTZ).

Director: Víctor Mesa.

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Desentrañando el team Cuba




Se abrió la Caja de Pandora. El anuncio del equipo de béisbol que asistirá a la cita centroamericana en Veracruz cumplió con los presagios (“va a ser una bomba”, me decía ayer un conocido), y ya tiene un montón de discrepantes esgrimiendo opiniones variopintas.

Así ha sido desde siempre, y así va a ser eternamente. Es más: es bueno que eso pase, porque el día que se haga un team Cuba que no genere controversias, estaremos al borde de ver morir al béisbol en la Isla. Dicho en pocas palabras: si hay polémica, hay vida.

Lo que sigue son mis criterios muy particulares en torno a la nueva selección, despojados de toda simpatía o animosidad, y carentes también del interés por complacer o avinagrarle el día a alguien (funcionario, mentor, pelotero, periodista, aficionado…). Es, simple y llanamente, como lo veo yo.

¿Con qué concuerdo?

Me seduce la idea de llevar una escuadra con menos de 27 años promedio, cuya tercera parte estaría apta incluso para involucrarse en torneos de categoría sub 23. A todas luces, el colectivo técnico ha decidido armar un grupo con la mira puesta en eventos futuros como el Clásico Mundial de 2017. Priorizar el talento en desarrollo debió ser siempre el criterio principal a la hora de conformar equipos nacionales a campeonatos de segundo orden, como es el caso del que se avecina en México.
Sin José Dariel Abreu y Joan Carlos Pedroso en competencia, llegué a pensar que la escena de la primera base había quedado lista por un tiempo para William Saavedra. Sin embargo, el veterano pinareño ha tenido una campaña mediocre (solo nueve impulsadas con slugging de .420), y la escasez de grandes candidatos (Ramón Lunar batea .219 con seis extrabases) hizo volver los ojos a Alexander Malleta. El experimentado inicialista de la capital no vive una campaña de relumbrón, pero aún cumple con su misión en los partidos, que es producir carreras (cuarto en empujadas y décimo en anotadas de la Serie).
Alguna vez, Víctor Mesa refirió que Alexei Bell tenía problemas con el brazo y hubo una controversia dilatada en los corrillos beisboleros del país. No obstante, el manager ha hecho gala de sentido común suficiente para no prescindir de la calidad del santiaguero, cuyos números actuales impresionan -¡impresionan!- en toda la línea: average de .387, OBP de .532, OPS de .1123, cinco robos y 28 boletos contra 11 ponches.
La ausencia de Giorbis Duvergel, quien atraviesa por otro campeonato espléndido, se me antoja razonable. El caso es que el guantanamero apenas ha salido al campo en 34 entradas, y por ende su verdadera utilidad estaría en la función de designado. Lo otro usted lo sabe: un equipo que cuente con Alfredo Despaigne, ya tiene nombre y apellido para ese puesto en el line up. Admirador confeso del gran toletero del Guaso, he criticado en varias ocasiones su exclusión de novenas a distintos certámenes foráneos. No esta vez. No sin la imprescindible sistematicidad a la defensa.

¿En qué discrepo?

El cuarteto que participó en el béisbol japonés no debió ser convocado para el Centroamericano. Son atletas que vienen de una temporada intensa y exigente, tres de ellos probados en montones de eventos internacionales de calibre, y con un rango deportivo que excede holgadamente el nivel del compromiso veracruzano. Pero digamos que puedo comprender el llamado de Héctor Mendoza, un muchacho repleto de virtudes que no llegó a subir al primer equipo de los Gigantes de Yomiuri y necesita competir con la casaca de las cuatro letras. Y digamos que en aras de sofocar los riesgos, los técnicos se inclinaron por no renunciar al tercero y cuarto bates, Yulieski y Despaigne. Digamos que ya me han convencido. Pero nada podrá hacerme entender la necesidad de incluir a Frederich Cepeda, a quien seguramente le habrían venido de maravillas unas generosas vacaciones para asimilar mejor el trago amargo de su experiencia asiática. Así, esa plaza se pintaba solita para Maikel Cáceres, jardinero de todos los días con 25 abriles, promedio de embasado de .397, .551 en bateo de poder y 16 fletados hacia el plato.
Desde que vi el equipo, supe de inmediato –no hacía falta ser ducho ni adivino para eso- que la olla explotaría en el campo corto. Específicamente en la designación del segundo shortstop, habida cuenta de que por integralidad y carretera, Yordan Manduley permanecería como dueño de la posición. Y es que era fácil prever que la decisión de soslayar al momentáneo líder bateador de la contienda, Luis Alberto Valdés (AVE .419, SLU .581), no tardaría en desatar un aluvión de críticas con Dainer Moreira, el torpedero elegido, como blanco. Ciertamente, Moreira ha estado bien en plan de primer bate, dirige mejor sus conexiones y es capaz de recorrer el circuito a mayor velocidad. No obstante, ahora mismo la distancia que media entre ambos en bateo es numéricamente aplastante, y el pinareño –sin ser un portento guante en mano- luce superior al matancero en la custodia de la llave del infield.

¿Qué me provoca incertidumbre?

Francamente, no imagino las misiones que desempeñarán los zurdos Julio Alfredo Martínez y Cionel Pérez. Ocurre que ninguno de los dos es un modelo de pitcher de control, exigencia básica para cumplir roles de relevista en el béisbol moderno. En ambos casos se trata –a mi juicio- de abridores natos, y no es eso precisamente lo que les espera en los diamantes mexicanos.
Vanguardista en cuadrangulares e impulsadas del campeonato en curso, Yosvani Alarcón merecía de sobra abrirse un hueco en esta escuadra. Es el mejor catcher ofensivo del país, y supuse que su convocatoria respondía a la necesidad de tener en el banco a un atleta que lo mismo sea capaz de empuñar en busca de un batazo, que de entrar al terreno como corredor suplente. Pero sucede que se planea incluirlo en la alineación titular, y por tanto no se justifica entonces el llamado de otros dos receptores de corte defensivo. Tan similares en sus prestaciones, La Rosa y Frank Camilo no tienen sentido en una misma nómina cuando ninguno de los dos será de la partida regular.

¿Qué propongo?

Ni corto ni perezoso, Víctor Mesa ya anunció el que podría ser su elenco para abrir los cotejos. Personalmente, yo jugaría como sigue: 1 – R. Santos, CF; 2 – Y. La O, 3B; 3 – Y. Gourriel, 2B; 4 – A. Despaigne, BD; 5 – A. Bell, RF; 6 – Y. Hernández, LF; 7 – A. Malleta, 1B; 8 – Y. La Rosa, C; 9 – Y. Manduley, SS. La rotación la formarían Freddy Asiel, Yosvani Torres, Norge Luis Ruiz y Yoanni Yera (el orden habría que establecerlo en dependencia del schedule y las circunstancias puntuales de cada uno), Jonder Martínez relevaría en largo y el magnífico trío de escopeteros jóvenes (Yaisel Sierra, Vladimir Gutiérrez y Mendoza) se haría cargo de los nueve outs decisivos.
¿En qué concluyo?

A la postre, la novena compuesta no intimida –compararla con predecesoras ilustres sería un acto temerario-, pero tiene a su favor un equilibrio interesante en la balanza tacto-fuerza, no peca de lentitud en el corrido de las bases, dispone de buenos bateadores zurdos, puede alardear de una línea central cuando menos eficiente si alinea con La Rosa (o Frank Camilo)-Yulieski-Manduley-Santos, y posee un bullpen que promete aguas mansas en el último tercio de los choques. Por más divergencias que aparezcan, esta es casi la mejor selección que podemos integrar hoy en día con los hombres de la Serie Nacional. ¿O me equivoco?

Fotos tomadas con amigos mirando el 7mo juego de la Serie Mundil que ganaron los Giants 3x2 a Kansa










MISAEL SIVERIO acaba de firmar un acuerdo con los Marineros de Seattle


Luego de una larga espera y no pocos momentos difíciles, Misael Siverio ya forma parte de una organización de Grandes Ligas.
El zurdo cubano acaba de firmar un pacto de seis temporadas con los Marineros de Seattle que le pagará un bono de $275,000 por firmar y $554,000 en cada campaña que integre el equipo de las Mayores.
“Gracias por darme la oportunidad de hacer lo que me gusta’’, escribió Siverio en su cuenta de Instagram con una foto del momento de firmar el pacto. “Momento inolvidable para un cubano’’.
De momento, Siverio fue colocado en el róster de 40 peloteros y durante el próximo campamento de primavera tendrá un buen chance de ganarse un puesto en la nómina definitiva de los Marineros.
En caso de comenzar en Triple A recibiría unos $10,000 mensuales, pero el equipo le indicó a Siverio que, dada su condición de zurdo, sus posibilidades de vestir el uniforme el Día Inaugural son bastante altas.
Siverio, quien jugaba para Villa Clara en las Series Nacionales, abandonó una selección cubana el 17 de julio del 2013 en Des Moines, Iowa, y según los reportes de los scouts se trata de un lanzador que puede alcanzar las 92 millas por hora con una curva bastante efectiva.
Nada más escapar, el zurdo de 25 años contrató como agente al conocido Jaime Torres -un especialista en peloteros cubanos- para que iniciara su representación en busca de la agencia libre y un contrato de Grandes Ligas, pero luego eligió a Bryce Dixon.
Poco antes de regresar a Estados Unidos el 14 de julio tomó como nueva empresa a Legacy Agency, con sede en San Francisco, y que ha negociado más de $2 billones en contratos de Grandes Ligas para sus clientes.
Entre sus representados se encuentran los dominicanos Francisco Liriano, Melky Cabrera y José Reyes; los venezolanos Johan Santana y Bobby Abreu, el cubano Yasmani Grandal, y estrellas de la talla de Carl Crawford y Adam Dunn.
A pesar de ser uno de los lanzadores peor respaldados a la ofensiva en la pelota antillana, Siverio -con seis temporadas en las contiendas cubanas- sobresalió en la Serie Nacional 52 entre los principales serpentineros, al ubicarse tercero entre los de mejor efectividad con excelente promedio de carreras limpias de 1.90.
Su record de por vida en la pelota antillana fue de 41-30 con 3.24 de efectividad.