miércoles, 21 de mayo de 2014

Cubano José Fernández demoró en informar a los Marlins que sentía dolor

 

 José Fernández caminó por el medio de la sala de prensa delante de una multitud de cámaras y micrófonos, mientras la primera pregunta le llegaba con una sencillez brutal, igual que un disparo al corazón. ¿Cómo te sientes?

“Feliz’’, comentó la lanzador cubano con una ingenuidad que escondía el sarcasmo. “Tiré una sesión de bullpen en la mañana. Así que todo bien’’.

Claro que todo no está bien en el mundo de Fernández, quien lleva un vendaje protector en la mano derecha como prueba irrefutable de que el bisturí reparó un ligamento dañado que le mantendrá alejado de las Grandes Ligas al menos un año.

Pero tras pasar de una depresión instantánea al conocer que debía someterse a una operación del tipo Tommy John, el chico de Villa Clara entró en una etapa de aceptación y ahora mira confiado al proceso rehabilitador para volver al béisbol.

“Al principio la noticia me estremeció, pero luego uno se resigna’’, afirmó el pitcher, que de haberse lesionado, habría estado este martes en la lomita. “Lo más duro es el sentimiento de que he abandonado a mis compañeros, al equipo. Siento que estoy en falta con ellos. Me duele mucho no estar en el terreno’’.

A los Marlins les duele más, quizá por el hecho de que el cubano sintió dolor en su penúltima apertura contra los Dodgers y no lo comunicó al equipo, mientras continuaba con su rutina diaria de preparación.

En la actuación siguiente, contra San Diego el 9 de mayo, Fernández sabía que no estaba al ciento por ciento, pero sobrevivió las primeras entradas hasta que en la quinta volvió a experimentar un pinchazo en el codo.

Quizá no se de cuenta todavía, pero Fernández puede haber cometido un error muy grave.

“No le dije al equipo en su momento que no me sentía del todo bien, porque estábamos en primer lugar y quería ayudarlos a ganar’’, comentó el muchacho, de 21 años. “No iba a ser el primero ni el último que trabajaba con dolor. Mi equipo está primero que todo’’.

Pero al día siguiente Fernández continuó experimentado ese pinchazo y no le quedó otro remedio que comentarle a su coach de pitcheo sobre la molestia, haciendo saltar las alarmas de los peces a todos los niveles.

Tras una prueba de resonancia magnética, quedó claro la ruptura del ligamento y el camino a seguir para repararlo: la Tommy John, por la cual han pasado casi un tercio de los lanzadores actuales en las Mayores.

Por un minuto Fernández sopesó todas sus opciones, incluso la de una rehabilitación sin cirugía, pregonada por su entrenador de toda la vida, Orlando Chinea, pero finalmente optó por no perder tiempo y el 16 de mayo pasaba por el quirófano en Los Angeles.

“Chinea es mi familia y lo voy a querer por siempre’’, afirmó Fernández, quien al momento de lesionarse era el líder en ponches en la gran carpa con 70. “Todo lo que él dice es por que me quiere, pero el ligamento no se regenera. La operación era el único camino’’.

Según Fernández, ya el proceso de rehabilitación ha comenzado y el próximo martes volará nuevamente a Los Angeles para que le retiren la protección del brazo y los puntos, lo cual será el punto de partida hacia un nivel acelerado de actividad física.

El cubano pretende estar en todos los juegos de casa de su equipo, ayudando en lo que sea posible, pero su meta es regresar de la mejor manera posible, e incluso mejor, en algún momento del 2015.

“No tengo duda alguna que volveré más fuerte física y mentalmente’’, recalcó Fernández. “Imagínate, voy a ver tantos juegos sentado en el banco que cuando termine habré hecho un estudio sobre pitcheo. Esto que me ha pasado no es culpa de nadie. Es parte de la vida que te pone pruebas para que las superes. Todavía no han visto lo último de mí’’.

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