lunes, 7 de marzo de 2016
Un monopolio estatal de tropiezos llamado Cubadeportes S.A.
Por Daniel Palacios 6 marzo, 2016
El tema del acercamiento entre Cuba y Estados Unidos, y en especial el de la Major League Baseball (MLB) y la Federación Cubana de Béisbol (FCB), tiene muchos puntos atractivos y otros no tanto, pero su concertación sigue envuelta en un verdadero misterio.
Cada día parece estar más cerca la contratación de peloteros cubanos por parte de la MLB sin la restricción de tenerse que radicar en un tercer país, tal y como exige la Oficina para el Control de Bienes Extranjeros (OFAC) en relación con Cuba. Pero cuando se sirva la mesa, ¿quién representará a esos jugadores?
En un contexto normal, los propios peloteros elegirían la empresa o persona que representaría su carrera y sus bienes ante las franquicias, mas cuando se trata de Cuba lo habitual y lógico deja de serlo con el chasquido de los dedos.
Según declaraciones de Heriberto Suárez, actual Comisionado Nacional de Béisbol, e Higinio Vélez, presidente de la FCB, estos beisbolistas serían representados por “Cuba” y estarían en la MLB como vitrina de la pelota de esa nación.
Cuando Suárez se refiere a “Cuba” obviamente alude y reduce la referencia al Gobierno y la remite a CUBADEPORTES. SA, una entidad, que aunque imberbe en menesteres de contrataciones profesionales, es la que se dedica a toda la proyección internacional y de negocios del Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (INDER).
A tenor con la presentación que hace la propia empresa, “CUBADEPORTES es el ente con los derechos exclusivos para comercializar los productos y servicios relacionados con el deporte cubano”. Léase con atención la frase “derechos exclusivos”, elemento que cierra la posibilidad a aquellos peloteros antillanos, técnicos, científicos del deporte o atletas en general de negociar con ligas profesionales fuera del auspicio de esa compañía estatal.
Novatos en la jungla
Si bien CUBADEPORTES cuenta con decenas de profesionales especializados en el negocio del deporte, como en cuestiones de aseguramiento, cuerpo legal de los contratos, turismo deportivo, información, medicina del deporte y más, no es hasta los últimos tres años que se ha enfrentado seriamente al mundo de las contrataciones de atletas en el acontecer profesional ( hasta ese momento solo los técnicos habían entrado en torneos de México, Italia, Nicaragua y otras naciones). Y hasta ahora ha pagado la novatada varias veces.
Recordemos el escándalo con el pasaporte falso dominicano del toletero Alfredo Despaigne, que le puso fin a su participación con los Piratas de Campeche en el 2014. En una intervención en un programa de la TV cubana, Higinio Vélez intentó cargar la responsabilidad entera en la directiva de los campechanos, pero lo cierto es que CUBADEPORTES aceptó el movimiento fraudulento sin decir una palabra, a sabiendas de que al descubrirse traería serios problemas a su representado.
En ese propio elenco, la gestión representadora de la empresa cubana arrancó críticas al permitir que el inicialista Yordanis Samón se presentara a la temporada con una deuda notable de entrenamiento y un sobrepeso alarmante, aspectos que conllevaron al despido del pelotero granéense.
Asimismo dejó mucho que desear el manejo del contrato de Fréderich Cepeda con los Gigantes de Yomiuri en la Liga Japonesa de Béisbol Profesional el pasado año. Cepeda se recuperó de una lesión en tierras niponas, pero, según una fuente de entero crédito ligada al caso “quien estaba de representante allá con él fue demasiado pasivo ante las presiones del equipo y no dijo nada cuando contrataron a dos extranjeros más, algo que condenaba a Cepeda a la segunda división, aún cuando estaba en forma para estar en la primera”.
Concepción de pertenencia
Otro de los elementos que lacera la cara que ha mostrado hasta el momento CUBADEPORTES es la errada percepción de que el jugador es pertenencia gubernamental y tiene que acatar los designios de sus representantes, quienes a la vez son fachada de movimientos políticos.
Para negociar con las franquicias de MLB deben asumir que ellos serán representantes, pero que la última palabra la da el jugador, amén de que se trate de buscar concilio para navegar los senderos más convenientes.
Sirvan como alerta los casos de los voleibolistas de finales de los 90, quienes fueron contratados por la Liga Italiana, bajo la representación del INDER, y tras la pobre actuación en la Liga Mundial del 2000, los directivos del deporte decidieron rescindir sus contratos sin mayores explicaciones, lo que causó la estampida de al menos cinco jugadores.
El futuro es realmente promisorio para el béisbol de ambas naciones, pero ¿CUBADEPORTES S.A. y, en última instancia, el gobierno cubano, están en condiciones de enfrentar este proceso con inteligencia, ética y, sobre todo, respeto por las normas -escritas y no escritas- del mercado y el papel que cada quien juega?
Por el momento aplaudamos el acercamiento y reservemos primera fila en el juego entre los Rays de Tampa y la selección cubana en el parcialmente remodelado estadio Latinoamericano.
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