Escrito
por Enrique Rey, en exclusiva y especial para Swing Completo.
Este
comentario pensé no publicarlo después de ver la reacción mesurada
y hasta plausible del eternamente polémico director Víctor Mesa,
ante la lógica rechifla en el estadio Latinoamericano previo al
primer choque Matanzas-Industriales. Sin embargo, con este singular
personaje después de una acción positiva, siempre se tiene que
estar preparado para el momento en el que hará de las suyas, y
muchos, que por suerte cada vez somos más, tendremos que hablar con
más fuerza de su lado malo, que pésele al que le pese, cada día se
oscurece más.
Y
en efecto, en ese mismo juego en el que se quitó la gorra para
saludar a los miles que lo abucheaban en el estadio capitalino, en
una ciudad en la que aunque él vive, no tiene el mismo respaldo que
en otras provincias, Víctor desbarató cualquier esperanza de
quienes pese a todo, aún le dábamos otro voto de confianza para no
pecar de hipercríticos para el sector que se desvive siempre en
elogios y lo malo de Víctor buscan la manera de hacer que parezca
bueno, como si los demás fuéramos tontos o desconocedores de los
cánones beisboleros dentro y fuera de la isla. Y es que esta última
esperanza espero que esta vez sí haya sido la última que le di y mi
subconsciente no me traicione nunca más en el futuro.
¿Cómo
es posible que este señor, después de un interesante duelo entre
estos dos conjuntos, con un estadio bien concurrido pese al frío, se
burle del espectáculo, del béisbol, de su propio equipo, al dar el
juego por perdido en un sexto inning, con desventaja apreciable sí,
pero con un equipo matancero que él mismo ha dicho nunca se da por
vencido y frente a un rival contra el que jamás debe entregarse por
esa misma rivalidad? Dejar a Yasiel Lazo ex profeso para que le
hicieran todo lo que quisieran sin querer poner otro de los tantos
pitchers que tenía disponibles aún, incluso pitchers de rango medio
(no es la primera vez que sucede), y provocando una situación tensa
que gracias a la paciencia de Chirino y Correa evitó males mayores
ante los pelotazos intencionales de Lazo, cansado ya del castigo
rival, y buscando la manera de salir del box como en efecto pasó con
la expulsión por parte del árbitro principal Melchor Fonseca.
No
le bastó a Víctor, y ahí su berrinche afloró completamente, dando
el peor de los espectáculos posibles, luego de sus gestos y palabras
contra el pitcher Lazo, al que mandó para su casa, y sobre todo,
contra el árbitro, al que le calificó como “loco” y lo amenazó
no poner a más nadie a lanzar después de la acción más que
justificada de Melchor, en aras de evitar un problema serio por los
pelotazos, máxime cuando el ex lanzador capitalino ha tenido sus
dificultades anteriormente con jugadores de Industriales. En ese
momento deseé de todo corazón que Víctor retirara a Matanzas del
terreno, para ver si de alguna manera los que tanto lo defienden, y
los que lo han endiosado, otorgándole el privilegio de hacer y
deshacer, tuvieran que tomar una medida digna y justa de una vez y
por todas. Y digo esto porque al final, sé que la página se pasará,
y que no se hablará más de esto, pues sus defensores dirán que
como la discusión bateador-lanzador fue verbal, que los pelotazos
intencionales fueron algo subjetivo, que Víctor no dio el juego por
perdido pues Lazo tenía buenos números y dejarlo fue para no gastar
relevistas para sus siguientes partidos, y como al final, pese a la
demora y todo lo que formó, accedió a continuar el partido con un
jugador de cuadro que en resumidas cuentas lo hizo mejor que los
pitchers anteriores. Por eso entonces ninguno de esos que tanto lo
quieren y defienden, censurarán toda su perreta infantil, más el
indiscutible irrespeto hacia el béisbol, desde los valientes
fanáticos que se trasladaron hacia el estadio y pasaron buen frío
para luego regresar tarde a sus hogares, alguno de ellos lejanos
hogares, hasta el desarrollo del partido inicial de una serie que
todos esperaban con sumo interés, ofendiendo a un árbitro que
además de ser el principal y de ser de los mejores del país, es la
autoridad, a la que trató como le vino en gana, diciéndole lo que
es él mismo, y a quien solo le faltó como el año pasado, tirar
tierra. Irrespetó también al contrario de diferentes maneras, y
sobre todo, al equipo y provincia que “tanto quiere y respeta”.
Lo más positivo de todo esto, fue que la Televisión siguió todo
sin cambiar la mirada de los hechos en sí, y todos, sin excepción,
vimos lo sucedido para que después nadie nos quiera convencer de
otra cosa.
No
poca gente me pregunta qué definición le daría yo a Víctor Mesa
como manager, a partir de sus resultados, de su forma de dirigir,
tanto en lo estratégico como en su manera de llevar sus equipos,
dentro y fuera del terreno. A todos, sin excepción, y aquí incluyo
peloteros, entrenadores, periodistas, y hasta dirigentes, a todos,
les digo que en mi opinión Víctor no es un manager positivo, no lo
puede ser señores. Solamente en Cuba hay personas que dicen que sí
lo es.
Sé
de sobra que hay muchos que incluso hoy todavía defienden ciegamente
a Mesa, y que a diferencia de otros managers que no han ganado
internacionalmente, en su caso sí está exonerado de culpa, y no
solo porque el equipo bateó más que de costumbre. Aunque no
hubieran bateado, la “Víctormanía” los hubiera llevado a la
misma conclusión, porque con Víctor es así por regla general, o lo
odias, o lo quieres tanto hasta el punto de justificar acciones que
si hubieran salido de otro con un nombre distinto, fueran
“barbaridades”, una palabra que alguien ha puesto de moda
recientemente.
Víctor
nos ha demostrado con el paso de los años, muchos años ya por
cierto, que no puede bajo ningún concepto, ser una persona normal,
libre de un desequilibrio mental que lo lleva a actuar como muchas
veces, donde el espectáculo y el show quedan atrás y las
excentricidades se ponen de manifiesto para afianzar su inestabilidad
emocional, tanto con sus jugadores, con la prensa, los aficionados,
los árbitros, con el béisbol y con la vida en general.
Desgraciadamente
para muchos, ha tenido la suerte de caerle en gracia a gente
importante de este país, gente con poder que le han dado la
posibilidad de hacer cosas que otros no consiguen ni se acercan a
conseguir, quienes catalogan a Víctor como un hombre de pueblo,
carismático, importante, espectacular, y es entonces que éste
recibe en sus manos cierto o considerable poder para premiar
materialmente a sus jugadores y demostrarle a muchos lo que es capaz
de hacer un equipo, de cómo se entregan sus discípulos, y de la
forma en que sus métodos fuertes y “modernos” son capaces de
cambiar la imagen de una selección.
Y
aquí está su mejor parte. Su poder ha beneficiado a determinados
jugadores que con mucha paciencia, muchísima en realidad, han
terminado un campeonato con un rendimiento destacado. Ciertamente él,
con primeras o segundas intenciones, apelando a métodos con gran
incidencia material o económica, ha sabido usar ese poder para
resolver problemas, gestionar casas y medios de transporte de sus
jugadores, y al menos con Matanzas fue capaz de sacar de la nada a
una provincia en la que otros valiosos entrenadores, algunos con un
nombre respetable, habían estado y luchado con el mismo interés,
pero sin los mismos recursos.
La
exigencia en los entrenamientos y en el desarrollo del pelotero en el
juego, es necesario por la manera tan peculiar con que enfrentan
nuestros jugadores el partido de béisbol, influenciado también en
los nuevos tiempos que se viven, donde la motivación económica o
material se torna más protagonista que décadas atrás. Su interés
en que las cosas salgan bien, de coger las tareas bien en serio y
tratar que todo marche bien. De apartar el juego amigable sobre el
terreno, y tratar al rival como enemigo en medio del partido. De
romper esquemas en cuestiones estratégicas y sorprender al rival.
Pero todo tiene un límite, y es ahí donde aparece la falta de
cordura, de sensatez, y por qué no de inmadurez, una palabra que
realmente me cuesta trabajar señalar en una persona con más de
medio siglo de vida, y tanto tiempo dedicado a este deporte.
Estratégicamente
tiene aciertos indiscutibles, pero otras decisiones no pueden recibir
otra definición que locura, y nada tienen que ver con un béisbol
internacional en el que estas cosas nunca se ven, ni se han visto
incluso en eras tan lejanas como cuando nacieron los Cincinnati Red
sotckings en el lejano 1869, el primer equipo profesional que hubo en
el mundo. ¿Puede ser de otra manera, al cerrar un cuadro con ventaja
de 6×0 en un segundo inning, de poner tres bateadores en un mismo
turno al bate para tocar bola, de mandar a un tercera base a no
moverse de dónde está aunque el corredor se robe tercera, de poner
a relevar a un cerrador en el segundo inning, de dejar que a un
pitcher le hagan 13 carreras, de mandar un sacrificio con un out, de
sustituir a tres pitchers seguidos en un juego decisivo porque a cada
uno le pegaron un hit, de insistir una y otra vez en toques de bola
en momentos inapropiados y con sluggers? Y no digo más porque no
termino nunca, y no porque me falte memoria para recordar tantas
decisiones increíbles.
Ah,
y eso de que si tiene resultados, eso es lo más cuestionable de
todo. Seguirá endeudado un primer lugar en un evento de verdad, no
un torneos de Holanda en los que vamos con casi todo lo que tenemos y
a nuestros rivales le falta casi todo lo llevan a competencias de
nivel supremo. Fue tercero en el Mundial Juvenil del 2000 con una
selección donde la mitad de los jugadores llegaron al estrellato
posteriormente, incluidas las Grandes Ligas. Villa Clara no pudo ser
campeón, y no me digan más que era una guerrilla, porque no lo
podía ser un equipo donde estén Pestano, Borrero, Paret, Zamora,
Acebey, Betancourt y Eddy Rojas. No le ganó un juego a Industriales,
ni siquiera el segundo año en el que los azules perdieron a Javier,
Kendry y Cañizares, y con su primer abridor Yadel Martí, en su peor
año. Con Santiago perdió una vez los 4 juegos por nocao. En México
además de sus problemas interpersonales con jugadores que sí no
tienen compromisos ni temor a protestar, los dos años que dirigió
no demostraron nada y terminó despedido. Ni las casas, ni las jabas,
ni las motos, ni los días en hoteles de Varadero hizo que Matanzas
le ganara a un Industriales carente de pitcheo, y donde sí es
imposible conseguir tantas cosas aún con el deseo de su dirección.
Y en el Clásico no se jacten ahora del quinto lugar, pues el propio
manager dijo que habría sorpresas y que Cuba iba a ganar el evento.
Por tanto, y sabiendo que perdimos frente a un equipo al que le faltó
tercero, cuarto y sexto bates, en el Clásico su resultado tampoco
fue bueno.
Dejemos
lo estratégico, y vayamos a su forma de ser. No son solo Pestano y
Bell los ejemplos de su falta total de ética, o antes con la falta
de corazón que dijo tener Luis Borroto, o cuando se manifestó de
Odrisamer Despaigne y Vladimir García en una reunión con la prensa
antes de partir para el Clásico, o cuando ha provocado a
Industriales y Santiago otras veces, o cuando pidió la dirección de
Industriales estando su amigo Rey Vicente Anglada al frente del
conjunto azul, o ahora el holandés Andrew Jones, y la propia
selección holandesa. Desde que estaba al frente del Villa clara lo
fue con muchos, con un verdadero hombre respetuoso como Pedro Jova,
más otros que se retiraron o tomaron otro camino precisamente por
él, y lo dicen ellos mismos. Con la prensa ni hablemos de los
desplantes y las groserías a todo el mundo, incluidos sus adulones
más fieles. Con su puesto de manager del team Cuba habló de forma
pésima de la prensa cubana en Japón en una conferencia de prensa,
con malas palabras incluidas, y antes de partir se mostró
irreverente y desagradable con algunos, entre ellos alguien tan
mesurado como el comentarista Hernández Luján.
A
Víctor lo vi yo tocarse sus partes en el Sandino de Santa Clara
cuando la gente lo chifló por quitar a un pitcher que estaba dando
lechada por un hit que le conectaron. Y en ese estadio había mujeres
y niños. A él mismo lo he visto caer varias veces en la falta de
ética de robar bases y tocar bola con el juego por casi 10 carreras,
y hasta ganando por nocao, provocando luego serios problemas con el
equipo contrario.
A
Víctor lo he visto quedarse sentado en el banco molesto por una
carrera que entró y el receptor sangrando por un pelotazo en el home
(Pestano en el 2004), lo he visto intimidar en múltiples ocasiones a
todo tipo de personas, entre ellos a jugadores a los que ha
chantajeado con de sacarlos del equipo, a periodistas amenazarlos de
agresión física, de hablar con la responsable de la prensa por el
Partido en el clásico para que regañara a los comentaristas por
haberlo “criticado”, de fajarse con un jugador de su equipo en
medio de un partido de Matanzas en el Latino el año pasado, de
abochornar públicamente a determinados jugadores, con más o menos
nivel, de responderle en mala forma a una persona mayor, respetado
además por sus conocimientos y prestigio como historiado, Ismael
Sené, por solo rectificarlo cuando Víctor afirmó que Alexei
Ramírez comenzó en Ligas Menores, cuando en realidad llegó directo
al Chicago. Y así, seguimos sumando y no terminamos jamás.
No
dudo que un día se dé el mismo show con otras peloteros y managers
de agresión física a un periodista, árbitro o adversario, y
termine siendo Víctor la víctima. Ya se ha visto con algunos
intocables y no me extrañaría que con él suceda igual o peor.
Bueno, en realidad una vez tiró tierra a un árbitro en un juego y
su castigo fue más que risible con comparación con otro tipo de
medidas más fuertes con otras personas a lo largo del tiempo. Pero
bueno, ya lo decía, son otras personas.
Muchos
lo respetan tanto, perdón, temen tanto a sus prontos peligrosos e
intimidantes que olvidan la palabra consejo o llamada de atención
ante sus actitudes. Lo que diga el señor Mesa, es ley y orden. Y a
veces es comprensible, pues no todos tienen el suficiente valor para
buscarse un problema con una persona que además de lo impredecible
que puede ser el final de esa disputa verbal, el poder que se le ha
otorgado a Víctor, de la misma manera que puede resolver problemas
en Matanzas, puede crearte uno bien grande y él salir totalmente
ileso.
Los
excesos en estas cuestiones de Víctor, más el incurrir
constantemente en faltas totales de ética, su comportamiento muchas
veces grosero para con la prensa, incluso sus defensores más
acérrimos, su tratamiento a los árbitros, al público, su
prepotencia y alarde a favor de él y su equipo y en contra de sus
rivales, de jugadas mandadas y las que no manda que en efecto, se
salen de lo habitual pero para rallar en lo absurdo, algo así como
que usted habitualmente camine de frente, y para variar decida andar
como el cangrejo.
Y
como el cangrejo ciertamente está Víctor con relación a sus
méritos y prestigio para con la afición beisbolera, sobre todo la
cubana, porque la internacional lo tiene en el peor plano posible,
precisamente por esa falta de tacto para saber diferenciar la
explosividad y la garra, de la falta de respeto y “payasería”.
Esos
gestos, esa gritería, la mala forma en el terreno, en el banco y
fuera del estadio no puede ser nunca favorable, ni tolerable. Que uno
se equivoque, es normal, yo lo hago, pero no con esa frecuencia y
sobre todo gravedad. Hay cosas y cosas.
Todavía uno se pueda hacer de la vista gorda cuando vemos a su hijo jugando con el mismo número del padre. De ver en Matanzas uniformes totalmente distintos. De que dirija en una provincia poderosa en la que puede estimular más que en otros territorios, incluido el capitalino. De esto y de otras cositas más, uno puede hasta hacer mutis. Pero la acumulación de todo lo demás, y a veces hasta los hechos aislados, no pueden permanecer en silencio, y peor aún, no pueden cambiarse como aciertos y acciones positivas. No, bajo ningún concepto, porque si no, a dónde va a parar nuestro béisbol con este personaje.
Todavía uno se pueda hacer de la vista gorda cuando vemos a su hijo jugando con el mismo número del padre. De ver en Matanzas uniformes totalmente distintos. De que dirija en una provincia poderosa en la que puede estimular más que en otros territorios, incluido el capitalino. De esto y de otras cositas más, uno puede hasta hacer mutis. Pero la acumulación de todo lo demás, y a veces hasta los hechos aislados, no pueden permanecer en silencio, y peor aún, no pueden cambiarse como aciertos y acciones positivas. No, bajo ningún concepto, porque si no, a dónde va a parar nuestro béisbol con este personaje.
Uno
puede ser exigente, pero caemos de nuevo en su extremismo en tal
sentido.
Uno
puede incentivar a que sus discípulos jueguen con más deseos, pero
no puede obligar a que ellos lo hagan como lo hizo él, que también
tuvo desaciertos como bateador, como corredor y como fildeador, aun
cuando nadie duda que fue el mejor en su posición en toda la
historia. Sin embargo, no recuerdo a Eduardo Martín, a Pedro Jova, a
Jorge Fuentes y hasta cuando lo sorprendieron en primera en la Copa
del 81 y que nos costó el partido, que actuaran con él como lo hace
habitualmente en su función de manager. Su actitud no puede ser
positiva ni ayudar al espectáculo. Al contrario, presiona
considerablemente a su gente, y afea la imagen de un juego de pelota,
sea del nivel que sea.
Me
cuesta trabajo creer que una persona normal cometa tantas fallas en
su comportamiento. Incluso hay quienes señalar que no está loco
nada, que eso lo hace para marcar la diferencia y llamar la atención,
para así fomentar su popularidad a toda costa.
Igual
digo que nadie en sus cabales intenta en la vida hacerse sentir con
acciones que de antemano se saben tendrán una repercusión negativa
sobre su persona, al menos para aquellos que nos libramos de la
“víctormanía” y analizamos las cosas sin apasionamiento
alguno.
Y
es verdad también que su comportamiento con esos mismos dirigentes
que le han dado el poder para dirigir a sus anchas, para hacer y
deshacer sin cuestionamientos, no se parece en nada a su manera de
actuar para con la gente a la que él afecta verbalmente, o a veces
con intimidación física, qué me consta también que ha sucedido
más de una vez, y no solo con peloteros. Pero a su vez yo diría que
no recuerdo, porque si hubiera pasado trascendería como muchas veces
pasa de boca en boca. Nunca se ha dado el caso de dirigentes
importantes visitando un hospital psiquiátrico y que los pacientes
hayan actuado de forma indisciplinada sabiendo de antemano quiénes
son los que integran el recorrido por dicho hospital.
Toda
persona desequilibrada tiene momentos de lucidez, y saben casi
siempre la tecla que no se puede tocar. Víctor ha tocado como ha
querido el teclado entero, puede hasta acabar con cada tecla, menos
con la que le da la autoridad para andar en el equipo.
Víctor
nunca ha sido santo de mi devoción, pero con el tiempo, pese a que
ha habido momentos de reflexión de mi parte para tratar de
entenderlo, o de aprender a admirar su lado bueno, por más que
quiera siempre tengo que regresar al punto inicial, donde cada vez es
más difícil que pueda variar por completo mi opinión, pues después
de varios hechos favorables llevados a cabo por él, sé que siempre
llegará la metedura de pata, una más, que ya hace rato me ha
llenado el vaso de sus locuras para ratificar lo que dije al
principio sin temor a retractarme un día.
Podrán ahora atacarme muchos y decir que sólo me he fijado en las cosas malas. Hablé de las buenas, pero sus errores cada vez se hacen sentir con más fuerza, no solo por lo seguido que los hace, sino porque cada vez sube más la parada por la magnitud y porque se trata ya del manager del equipo Cuba, y la imagen de nuestra selección y de nuestro béisbol no me hace ninguna gracia que sea la de Víctor Mesa, y sus papelones en las conferencias de prensa, en los juegos, en el hotel, afecten la imagen de nuestro equipo.
Podrán ahora atacarme muchos y decir que sólo me he fijado en las cosas malas. Hablé de las buenas, pero sus errores cada vez se hacen sentir con más fuerza, no solo por lo seguido que los hace, sino porque cada vez sube más la parada por la magnitud y porque se trata ya del manager del equipo Cuba, y la imagen de nuestra selección y de nuestro béisbol no me hace ninguna gracia que sea la de Víctor Mesa, y sus papelones en las conferencias de prensa, en los juegos, en el hotel, afecten la imagen de nuestro equipo.
Y
nunca he dudado de sus conocimientos sobre el béisbol. Como tampoco
lo he dudado de cada uno de los directores que ha habido en Cuba, de
muchos peloteros, de aficionados, periodistas, comentaristas,
árbitros. La vida ha demostrado que sabe cómo muchos otros. La
diferencia está en tener el nivel suficiente para poner en práctica
esa “sabiduría”.
Al
que sea defensor de Víctor a estas alturas y piense que sus locuras
son genialidades, hable con entrenadores y peloteros, con
periodistas, hasta con algunos miembros dela comisión nacional, y
verá si exagero o no. Claro, nunca hable con el cuerpo de dirección
de Matanzas o el último equipo Cuba, con la cúpula de la Federación
Nacional o con los beneficiados con casas, bicicletas o
electrodomésticos en Matanzas, más algunos periodistas
comprometidos que primero defiende el honor de Víctor que el suyo
propio.
Tal
vez recibiré un sinnúmero de críticas, a lo mejor muchos
consideran que fui duro. En realidad pudiera parecer que sí, pero
tanto Víctor y sobre todo, los mayores culpables de las cosas de
Víctor, que son sus defensores de toda clase, hacen que uno se canse
de tantas “barbaridades” de una vez y por siempre, y decide
actuar con toda la honestidad que debe caracterizar a un periodista,
pese a saber que miles de personas no solo estarán en tu contra,
sino que hablarán bien mal de uno. Prefiero mil veces esto, que
quedarme callado y con la impotencia de ver tantas acciones negativas
del protagonista de este comentario y que al final pasan
inadvertidas, y hasta son alabadas en ocasiones. Simplemente ya no
puedo más, y por eso hasta me extendí, para tratar de decir todo lo
que por años muy pocos han dicho, sobre todo, porque ahora ya se
trata de quien dirige la pelota cubana, por encima de la propia
Federación. ¿O alguien lo duda a estas alturas?
Nuestro
béisbol tiene muchos problemas. Uno de ellos, es la presencia de
Víctor Mesa en el escalón bien elevado donde se encuentra. Ya hoy
es más que suficiente con que dirija en su provincia, y así todo,
se hace más cuestionable por ese carácter tan especial. La vida nos
ha demostrado y enseñado lo peligroso que resulta alguien con mucho
poder en sus manos, pero con una mente insegura
No hay comentarios:
Publicar un comentario