Son rostros de una misma moneda: el poder y talento cubano y la capacidad para triunfar en las Grandes Ligas. Pero en 2016 el camino de ambos se ha bifurcado. Mientras Yoenis Céspedes brilla en Nueva York, Yasiel Puig se apaga en Hollywood.
El jardinero de los Mets está entre los mejores productores de las Grandes Ligas –apareciendo entre los cimeros de los rubros de impulsadas y OPS. El de los Dodgers, entretanto, exhibe el peor OPS de su carrera. El éxito de uno y el hasta ahora fracaso del otro, sin embargo, parten del mismo principio, del enfoque con el que llegan al plato. Uno es yin, el otro yang.
“Yoenis está haciendo mucho daño en este momento porque está embasándose mucho por boletos”, dijo Kevin Long, coach de bateo de los Mets al New York Post. “Ha achicado su zona de strike y estoy muy orgulloso de ello. Ya no está persiguiendo tanto las bolas y ahora recibe más boletos que el promedio de la liga”.
En la otra costa, Puig es el objetivo de palabras completamente opuestas.
“No puedes hacer bien las cosas cuando estás haciendo tanto swing a pelotas fuera de la zona de strike”, aseveró Dave Roberts, estratega de los Dodgers.
Reflejo estadístico
Céspedes nunca ha sido muy paciente con el madero, de hecho, en la pasada temporada terminó con un pasaporte en apenas el 4,9% de sus turnos al bate, mientras que en la actual contienda ese número se alza a 10,4%. Aunque todavía tiene un porcentaje alto de pelotas a las que hace swing fuera de la zona de strike, está recibiendo más envíos que nunca. En esta contienda tiene una media de 4,15 pitcheos por cada viaje al plato.
“Estoy siendo más selectivo en el plato”, reconoció Céspedes. “Muchos peloteros cubanos son bateadores que hacen swing a pelotas fuera de la zona de strike. Ajustarse a una zona más pequeña es una tarea complicada”.
Para el toletero derecho uno de los resultados de ser más paciente en el plato se traduce en la posibilidad de recibir mejores envíos.
“Eso me ha permitido batear más jonrones”, resaltó Céspedes, quien tiene un estacazo cada 11,36 turnos al bate en comparación con el promedio de 19,31 que dejó en 2015.
Discreto rendimiento
En Los Ángeles aún esperan la reacción de Puig, quien en los primeros 10 juegos de la contienda disparó .405 con cinco boletos y seis ponches. Desde entonces, ha sido uno de los toleteros más apagados de la pelota con average de .157 con .167 de porcentaje de embasamiento. Además en ese lapso tiene un ponche cada 3,71 turnos.
El problema con Puig apunta a lo que aseguró Céspedes sobre la agresividad de los toleteros cubanos. El nativo de Cienfuegos está haciendo muchos swings y encima recibe pocos envíos, una mezcla que favorece a los lanzadores. Puig intenta pegarle al 56,5% de los pitcheos que recibe, la cuarta cifra más alta este año. Para completar el 37,9% de lo que le tira está fuera de la zona de strike.
Antes de empezar esta temporada Puig confesó que aún tenía mucho por aprender acerca de la cultura de un clubhouse. “Ser un mejor compañero”, aseguró. Todo parece indicar que está haciendo ese ajuste, ahora le tocará hacerlo también dentro de la caja de bateo.
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