Por: Michel Contreras 25 febrero 2016
“Hay dos razones fundamentales que me han movido a tomar la decisión de alejarme de la pelota”.
Eso fue lo primero que me dijo Víctor Mesa una vez que encendí la grabadora para hacerle esta entrevista, encaminada a desentrañar un misterio que ha tenido intrigados a miles de fanáticos. El director de los Cocodrilos había anunciado repentinamente su retiro, y esta tarde en su casa, todavía contrariado, me contestó una serie de preguntas obligadas.
“Antes de entrar en detalles, te recuerdo que el propósito cuando llegué a Matanzas era dirigir cuatro temporadas, algo que ya cumplí, y esforzarme por levantar los resultados del territorio y hacer que la pelota siga siendo la fiesta que representa para Cuba. Creo que ese ha sido el motivo por el que nunca más he vuelto a salir del país por propuestas de trabajo, que dicho sea de paso no me han faltado. Me gustaría dejar eso muy claro: mi decisión no obedece al interés de irme a dirigir en otra parte, y eso ya lo veremos con el paso del tiempo. Tengo entendido que hay personas que dijeron que todo esto se trata de que estoy preparando el camino para mis hijos en el béisbol norteamericano. Les aseguro que están equivocados: mis hijos, si algún día juegan fuera de este país, lo harán con permiso de las leyes cubanas”.
¿Cuáles son esas dos razones a que te referías?
-La primera son los muchos ataques de que he sido objeto en estos años. Las ofensas llueven, las obscenidades son normales, y los encargados de evitar esos procederes se cruzan de brazos ante tales hechos. Recuerdo que hace dos campañas, en Holguín hubo un delincuente que trató de agredirme con un arma blanca. Y que luego de eso, en Villa Clara se dio una situación muy lamentable que desembocó en incidentes donde salieron mal parados tus colegas de la prensa matancera. Más recientemente, en la subserie ante Pinar, exigimos más garantías de parte de los agentes de Orden Público, y no fue hasta el tercer partido que la situación se controló como se requería.
“Te digo más: en Pinar terminé siendo multado por tener un problema con un muchacho que me insultó con lo peor que se le puede insultar a un hombre, y mi hijo fue atacado por un individuo a la hora de subir a la guagua del equipo. Yo no ofendo al público. Yo acepto callado los coros en contra, e inclusive me hago el sordo con ciertas palabras fuera de lugar en medio del juego. Pero hay cosas que son inaceptables, y antes de tener un problema con consecuencias graves –puesto que uno es capaz de hacer cualquier cosa cuando le agreden a un hijo o le ofenden a la madre-, es mejor tomar esta decisión. No hay garantía alguna para mi integridad física, ni la de mi familia. Esa es una de las causas por las que quiero recesar.
¿Y la otra?
-La segunda, pero no menos importante, es mi total desacuerdo con los métodos de trabajo del Director Nacional de Béisbol, quien no busca sostener una relación diáfana con los managers ni aglutinar a la gente en torno a él. Ojo, no me refiero, como algunos podrían pensar, a la dirección del equipo Cuba, misión que desempeñé con orgullo cuando me tocó y que entiendo que no es propiedad exclusiva de un solo hombre. Hablo de circunstancias que evidentemente no son bien intencionadas. Por ejemplo, mi esposa y yo somos dos de los tres militantes más antiguos del Núcleo del Partido del Latino –llevamos allí veinte años-, y ahora resulta que se nos quiere trasladar sin ton ni son al Núcleo de Matanzas. ¿Y eso a qué viene a estas alturas? Hay demasiados manejos por medio, y no me gusta estar en lugares donde no impera la unidad.
Entonces, ¿te sientes cansado del béisbol?
-No lo estoy, pero no veo apoyo. No hay acciones que posibiliten el avance de esta pelota, y eso te frustra. Fíjate cómo me siento que ni siquiera he pensado a qué voy a dedicarme cuando salga de Matanzas; a lo mejor me pongo a asesorar al equipo.
¿Es esta una decisión sin retroceso?
-Aún me faltan conversaciones por sostener, voces que escuchar, pero yo preferiría alejarme en las actuales condiciones, en aras de mi tranquilidad, mi salud y mi futuro. De verdad, lo siento mucho por el pueblo de Matanzas, que me ha hecho sentirme como si hubiera nacido en esa tierra. Pero más vale una retirada a tiempo, que tener un problema delicado habida cuenta de que se carece de respaldo para hacer el trabajo. Sencillamente, es mejor descansar.
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