jueves, 27 de agosto de 2015

¿Habrá equipo Cuba unificado?


Por Reynaldo Cruz 8/25/2015
Las declaraciones hechas por el Director Nacional de Béisbol Heriberto Suárez sobre la posibilidad de que algunos peloteros de los que ya no están en Cuba por diversas razones integren la selección nacional a algún torneo de nivel se han esparcido por el ciberespacio, y no pocas conjeturas han comenzado a circular, sin contar la interrogante sobre el “¿quiénes?” precisamente, pues es bien claro que no van a ser todos los que tendrán el privilegio, pues conocemos que en muchas ocasiones las “voluntades” expresadas carecen primeramente de verdadera voluntad.
En la reunión celebrada en l provincia de Las Tunas, Suárez recalcó, citado por Dubler Vázquez en Periódico 26, que:
Quizás, peloteros que hoy están en otros lugares puedan volver a integrar el equipo. Es una posibilidad, ahora mismo no lo sé.
Es evidente que Suárez tiene la obligación de permanecer cauto a la hora de decir cualquier cosa, pero esa es sin dudas una de las más audaces declaraciones que han salido de la administración del béisbol de la Isla en los últimos tiempos, comparada muy de cerca con la que dio en Granma, citada por Ibrahín Sánchez Carrillo en su blog Zona de Strike:
El jugador que logre un contrato si tenemos que liberarlo de su equipo lo hacemos, se lo explicamos a la población y ésta seguro lo va a entender.
En esta declaración, Suárez estaba más que nada refiriéndose a hecho de que muchos de los atletas que son contratados para jugar en ligas foráneas tienen que incorporarse a la Serie Nacional, algo que impedía que recibieran el descanso necesario y por tanto se deterioraban mucho más físicamente.
Sin embargo, para poder lograr que los peloteros cubanos que no viven en Cuba, sobre todo aquellos que juegan en la Gran Carpa, representen al país, se hace necesario un entendimiento entre el béisbol de ambas naciones.
Al respecto, Suárez apuntó en las Tunas:
Nos hemos sentado en la mesa con ellos (directivos de Grandes Ligas) a conversar, porque queremos que nuestros peloteros puedan jugar al máximo nivel, pero al mismo tiempo hemos exigido que puedan hacerlo sin renunciar a la nacionalidad cubana, tal y como sucede en la actualidad.
Para comenzar, se hace necesario hoy un cambio de filosofía y un cambio de política en cuanto a la forma de dar tratamiento por parte de la prensa y las instituciones a los peloteros que abandonan el país, o los que lo han hecho por vía ilegal en el pasado. El término de “desertores” o “traidores” debe desaparecer del vocabulario, al final, sobre todo, porque las circunstancias son otras, la realidad ha cambiado, y tanto Cuba como su sociedad están listas para aceptar ese cambio. Además, es totalmente paradójico que se quiera contar en la escuadra nacional con algún pelotero al que se insiste llamar desertor… creo que hoy entendemos que ninguno de ellos fue movido por razones políticas para abandonar la nación, y por lo tanto no debe ser la política quien se encargue de “juzgarlos”.
A porpósito, Damián L. Delgado Aberhoff escribió en ESPN:
Varias son las estrellas cubanas que juegan en Grandes Ligas que han reconocido que les gustaría volver a vestir el uniforme de las cuatro letras.
Sin embargo, Cuba deberá modificar la ley para permitir que esto suceda porque es poco probable que estrellas como José Abreu, Yasiel Puig, Yoenis Céspedes, por citar algunas, acepten volver a una convocatoria cuando el gobierno cubano les prohíbe visitar la Isla y a sus familiares.
Al respecto el lanzador de los Padres de San Diego, Odrisamer Despaigne, fue bien claro: “simplemente no puedo defender al equipo Cuba si ni siquiera el gobierno me permite entrar a mi país”.
Lo que sí no podemos dejar de tener en cuenta es además hasta qué punto la Federación Cubana de Béisbol tiene disposición de permitir que los jugadores que abandonaron el país y que juegan en las Grandes Ligas integren el equipo Cuba. O sea, un punto de cierto paralelismo con respecto a las ya mencionadas declaraciones de Odrisamer Despaigne, y que puede formar parte de una posición de fuerza contraria a la “integración”.
No obstante —aunque en gran medida esto no será un factor a la hora de decidir, pues la mayoría rara vez es tomada en cuenta a la hora de decidir algo de peso—, hay que pensar también en las implicaciones que podría tener precisamente esta decisión para los peloteros que no se han marchado, pues muchos ven el equipo Cuba como el pináculo de sus aspiraciones. Ponerlos entonces a competir con algunos de los monstruos cubanos de Grandes Ligas por una posición en la escuadra nacional es realmente una pelea injusta.
Es lógico que muchos de los que hoy se mantienen en Cuba tienen posibilidades, pero no muchas de jugar como regulares en un equipo Cuba unificado para un Clásico Mundial de Béisbol. Sin embargo, y ya que mencionamos precisamente al WBC, los peloteros de Grandes Ligas rara vez se inmiscuyen en otro tipo de competición fuera de su temporada en la Gran Carpa, y cuando lo hacen, son bienvenidos por los peloteros que juegan en su país, sobre todo porque a ellos lo que más les podría interesar en ese momento es precisamente el orgullo nacional: los de Grandes Ligas no necesitan ni se interesan por las sumas que pueden ganar en el WBC porque son insignificantes al lado de sus ingresos comunes, y a los que juegan en el país no les va tan mal económicamente tampoco como para desear representar a la nación por delante de alguien que puede hacerlo mejor ser más útil al equipo.
Pero la realidad de los cubanos es otra, los que no se han ido del país y no han tenido la oportunidad de ser contratados para jugar en otras ligas, ven la integración del equipo Cuba precisamente como una posibilidad de ganar un poco de dinero, conocer otro país, o dejarse ver por cazatalentos (ya sea de Grandes Ligas o de cualquier circuito que contrata cubanos por medio de Cubadeportes). Esta situación es tal vez menos compleja hoy que hace unos años, pues el éxodo masivo de peloteros hacia el exterior ha dejado bien diezmada la base del equipo nacional, y hay hoy menos de donde escoger. A esto puede sumarse el hecho de que ya el equipo de las cuatro letras no parece ser el centro de interés de los peloteros nacionales, pues el propio flujo de sus homólogos hacia otras tierras ha servido de incentivo para que ellos mismos —los que en otras circunstancias no habrían despertado el interés de los seleccionadores nacionales— también sigan sus pasos.
Por tanto, un equipo cubano contando con las estrellas de Grandes Ligas, más que nada, sería posible y sensato únicamente en el Clásico Mundial de Béisbol, pero para otros eventos (dígase Juegos Panamericanos, Juegos Centroamericanos o Premier 12) podría contarse principalmente con los peloteros que juegan en el país, y con los que ven acción en circuitos distintos de la MLB, pero que pueden estar vinculados con esta o no. A pesar de la voluntad que pueda haber, todo depende de la supuesta reunión —cada vez menos supuesta y más inminente— que podrían sostener el cuerpo rector del béisbol cubano con las Grandes Ligas hacia el mes de noviembre. Mientras tanto, podemos desgastarnos creando posibles alineaciones victoriosas o incluso rosters infalibles para vencer en el Premier 12, que lo estaremos haciendo por pura diversión.
deportivasmlb@gmail.com 

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