JORGE EBRO 6/6/2015
Vestido con un elegante saco, un pelado de cortes perfectos y unas gafas de armadura fina, Víctor Mesa es la imagen contraria a ese pelotero de tormentas que solía remover cada pulgada de terreno donde jugaba o al manager que levanta amores y odios en iguales tonelajes.
Pero basta que abra la boca y gesticule con los brazos para darse cuenta de que ese espíritu de contradicciones y encrucijadas sigue intacto en el hombre que hasta hace unos días era el dirigente del equipo Cuba y que hoy ni siquiera sabe si estará al frente del Matanzas.
“He venido a pasar vacaciones, nunca había salido del país y ahora veo que hicieron el equipo Cuba y como no estaba al frente, sin rencillas, quise venir a ver un juego de los Marlins”, afirma a quien muchos conocen como El Loco o La Explosión Naranja. “Tengo amigos aquí. Me conoce tanta gente como en Cuba. No ha tenido problemas, ni ofensas. Hay emisoras aquí…Que soy comunista, no. Somos cubanos y defendemos a Cuba”.
En la primera pausa de la conversación en pleno parque de los peces en La Pequeña Habana, Mesa dice la única frase que denota cierto cansancio: “Era necesario para mí distraerme”.
Como quizá ningún otro manager en la pelota cubana, Mesa ha vivido bajo un escrutinio feroz, levantando aprecios y enconos entre los aficionados, y no siempre en los mejores términos con la prensa. El 22 de mayo fue cesado como piloto de la selección nacional, dándole paso a Roger Machado, piloto campeón con Ciego de Avila.
Desde que concluyera su exitosa carrera de jugador a lo largo de 19 temporadas, Mesa nunca dejó de vincularse a la pelota, primero como director de Villa Clara y luego de Matanzas, equipos con los que asistió a la final de las Series Nacionales, aunque no logró coronarse.
“Uno debe pensar que todo no es permanente”, afirma con cierta ironía. “Nos dijeron que estaríamos al frente cuatro años, pero eran otros dirigentes. Me puso [el entonces comisionado Higinio Vélez] y ahora llegó un comisionado nuevo y determinó un cambio dialéctico. ¿Dialéctico? La palabra dialéctica me sorprendió un poco”.
Mesa, habría que decirlo, no se ganó muchos admiradores con la forma de dirigir en el pasado Clásico Mundial, donde puso en práctica su extenso repertorio de gestos y señas a la hora de comunicarse con sus jugadores y quienes le han visto afirman que en Grandes Ligas no dudaría un día al frente de un club.
Para muchos, a Mesa se le va la mano.
“No lo creo, pero tenemos que trabajar con la opinión pública”, reconoce. “Lo que hago es para tener resultados. Yo aprendí de muchos managers y entrenadores, pasé por Japón. Hay momentos en que hay que hablar de una forma y luego de otra con este o aquel pelotero. Aquí todo se resuelve con dineros, con multas…Cuando jugaba era polémico, algunos valoraban bien mi forma de jugar otros no tanto”.
Por el estadio de los Marlins pasa alguien que lo reconoce y le pregunta con cierto aire de broma si ha venido a dirigir al alicaído equipo con serios problemas en su cuerpo de dirección.
Y, Mesa, de 55 años y admirador de Ricky Henderson, responde con otra broma antes de ponerse más serio.
“Algún día me veo dirigiendo en Grandes Ligas”, afirma. “Uno no puede quitarse de la mente las cosas grandes, y todo el mundo quiere probarlas. No las probé como jugador porque era patriota. Sigo siendo patriota. Me gustaría dirigir a los Marlins. Sería una gran felicidad, me encantaría”.
En los peces tendría como dirigidos a Adeiny Hechavarría y a José Fernández –también como él de la provincia de Villa Clara–, pero en cualquier otro parque de las Mayores se encontraría con compatriotas suyos.
Si alguien sufrió las ausencias de los mejores fue Mesa en su calidad de director de la escuadra nacional, quien vio con molestia la desbandada de casi una generación de peloteros.
“Si yo tuviera 21 años ahora mismo igualmente me gustaría jugar a este nivel, pero con permiso, jamás me iría de mi país”, explica Mesa. “Creo que nuestros dirigentes entienden mejor las cosas. Los cubanos aquí están enseñando su escuela, lo que aprendieron allá. Llegará el momento en que los cubanos vayan y vengan con normalidad, pero nuestro presidente dice que las cosas tienen que hacerse con calma”.
Pero la normalidad y la calma son lujos imposibles en la pelota cubana actual, que vive una avalancha de fugas como nunca antes y que fue muy criticada, internamente, por un hombre muy respetado como Alfonso Urquiola, campeón con Pinar del Río de la última Serie del Caribe.
En una entrevista que se regó como pólvora en las redes sociales en una versión de video, Urquiola mencionó varias veces las palabras “corrupción” e “inmoralidad”, al hablar de los males de la pelota antillana.
“Urquiola está equivocado por completo, no sabe lo que estaba hablando, no existe corrupción. dónde está el dinero”, comenta Mesa. “Eso fue algo feo. Tal vez lo pueden tomar de comunismo cuando lo lean en el Nuevo Herald…Eso fue una traición, a él mismo. Si fuera un dirigente en Cuba le pediría que aclarara esas cosas”.
Entonces, ¿qué harías tú si pudieras arreglar tres cosas en la pelota cubana?
“Esa pregunta es muy difícil”, se detiene antes de hablar y tomar la segunda pausa de la conversación. “Mejor no la contesto”.
deportivasmlb@gmail.com
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