Excelente articulo de mi colega Dimas Castellanos
Dimas
Castellanos
Unos
cien entusiastas de nuestro deporte nacional, bajo el emblema de la utopía a la realidad, participaron
en el Primer Coloquio Museo y
Salón de la Fama del béisbol cubano los días siete y ocho de noviembre de
2014 en el capitalino Estadio Latinoamericano. En el evento, periodistas,
historiadores e investigadores, entre otros, aprobaron la refundación del Salón de la Fama
adjunto a un museo del Béisbol Cubano, definieron el Reglamento para la
selección y exaltación de los candidatos, eligieron al Tribunal que tendrá esa
función en los primeros dos años y solicitaron al Ministerio de Cultura declarar
al béisbol como “patrimonio intangible de la nación cubana”.
Si el Salón de la Fama fue creado en 1939 (tres años después del famoso Hall de la Fama de Cooperstown, en Estados Unidos) y erradicado en 1960, su refundación además de noticia constituye un acontecimiento
de trascendencia para la pelota, para el
deporte y para la nación cubana. Sin embargo, el hecho recibió una pobre cobertura
informativa. El periódico Granma,
diario oficial del Partido Comunista, del día 10 de noviembre ubicó la noticia
como un subtitulo de un artículo destinado al análisis del equipo de pelota que
representaría a Cuba en los Juegos Centroamericanos y del Caribe. Tal y como si
la refundación del Salón fuera un subproducto de la selección que viajaría a
Veracruz.
Una mirada retrospectiva basta para develar la
trascendencia del hecho. En 1866 ya se
jugaba pelota en Cuba; en 1874 se
celebró el primer juego de pelota que fue noticiado en el Palmar del Junco; y
en 1878, dos años después de Estados Unidos, debutó el profesionalismo en la
Isla con la primera Liga Oficial del Beisbol Cubano. La calidad alcanzada fue
tal que ya en la primera década del siglo XX los equipos cubanos ganaban y
perdían de tú a tú con los equipos de la pelota profesional norteamericana.
Cuba se alzó
como primera potencia del béisbol amateur y segunda de la pelota profesional. Por
ejemplo, después
de la Primera Serie Mundial de Béisbol Amateur celebrada en Londres en 1938,
las cinco siguientes se efectuaron en el estadio La Tropical de La Habana, de
las cuales Cuba ganó cuatro; mientras que en la Serie del Caribe, de las 12 que
tuvieron lugar entre 1949 y 1960, Cuba ganó 7, las últimas cinco de forma
consecutiva. Esos y otros resultados se reflejaron en el Salón de la Fama durante
los 21 años de existencia (1939-1960), donde fueron
exaltados 68 peloteros cubanos por sus méritos deportivos.
En 1960 el gobierno
cubano, convencido de que la pelota “esclava” –como le llamaron al béisbol
profesional– sería derrotada por la pelota “libre”, decidió suprimir el
profesionalismo. Para ese fin el Estado dedicó inmensos recursos y logró la
supremacía durante décadas en las competencias amateurs centroamericanas,
panamericanas y mundiales. Satisfecho, el líder de la revolución, el 2 de enero de 1967 exclamó: Se erradicó
el deporte profesional, y sobre todo, se erradicó en aquel deporte, que era uno
de los más populares: la pelota… Pero lo más interesante es que jamás ningún
deportista profesional cuyo negocio es el deporte, jugó con tanto entusiasmo,
con tanta entereza, con tanto coraje, como el que llevan a cabo nuestros
deportistas, que no son profesionales. Se proclamó así la gran
victoria sobre la pelota “esclava”. Y en octubre de 1975 dijo: si en
otros países de América latina no existe la revolución social, no se desarrolla
la revolución social; por mucha técnica; por muchos entrenadores que contraten;
por muchas cosas que inventen, no podrán obtener los éxitos que obtiene Cuba en
el deporte.
Cuando
se reiniciaron los choques con los equipos profesionales de otros países la
supuesta superioridad comenzó a declinar, mientras cientos de jugadores de alta
calidad comenzaron a abandonar el país en busca de lo inalcanzable dentro de
las fronteras, entre ellos casi todos los mejores lanzadores de la Isla. El
tiro de gracia se produjo a mediados de 2013 durante el tope realizado con una
selección de estudiantes universitarios norteamericanos, donde el equipo nacional
exhibió el más bajo rendimiento de los últimos torneos internacionales. Los cubanos,
que habían derrotado a las selecciones universitarias estadounidenses en ocho
de diez oportunidades, a pesar de superar a sus contrarios en experiencia y
promedio de edad, fueron barridos en cinco partidos por verdaderos
amateurs.
Al tiempo que eso ocurría, en el
2013 el cienfueguero Yasiel Puig, tras su debut con los Dodgers de Los
Ángeles, recibió el premio al Mejor Jugador y Novato del Mes de junio; José
Iglesias, infilder de los Medias Rojas de Boston fue seleccionado Novato del
Mes en la Liga Americana; José
Fernández, lanzador de los Marlins de Miami, fue elegido para el Juego de las
Estrellas, junto a Aroldis Chapman, el holguinero cerrador de los Rojos de
Cincinnati; y el granmense Yoenis Céspedes, de los Atléticos de Oakland, ganó
la competencia de jonrones. En el 2014, además de Céspedes, Puig y Chapman, en el Juego de las
Estrellas participaron el pinareño Alexei Ramírez y el cienfueguero José Dariel
Abreu, ambos de los Medias Blancas de Chicago; mientras Yasiel Puig revalidaba el
título en el Festival de Jonrones. La calidad de estos jugadores se puede medir
por las astronómicas cifras de sus contratos: 36 millones de Yoenis Céspedes, 42
de Yasiel Puig, 68 de José Dariel Abreu, 72,5 de Rusney Castillo y los aproximadamente 100
millones, en discusión, de Yasmany Tomás.
La
Revolución,
a la vez que llevó la pelota a lugares donde no se jugaba, construyó nuevos
estadios, creó escuelas deportivas y añadió nuevas graderías al Gran Stadium del Cerro, también impidió a
nuestros peloteros medirse con los mejores del mundo; privó a los cubanos del béisbol
profesional, que en vivo o por las cadenas radiales y televisivas se disfrutaba
desde cualquier punto del país; e implantó una política informativa dirigida a
ocultar los éxitos de los cubanos en otros países. El deporte se subordinó a
una ideología y el Estado anuló toda participación e iniciativa ciudadanas. El resultado: el declive de la pelota cubana, las incontrolables
y crecientes deserciones y la pérdida de popularidad de la pelota ante deportes
como el fútbol.
A pesar de la falta
de voluntad política, el régimen cubano está obligado a cambiar. En el caso de
la pelota ese cambio pasa por el abandono de la estrategia trazada en 1960 y el regreso a un
camino que no se debió abandonar. En ese contexto se inscribe y se explica que la
refundación del Salón de la Fama, aunque no emergiera de una iniciativa estatal
haya sido aceptada por las autoridades.
A propuesta de un grupo de entusiastas, encabezados por el
cineasta Ian Padrón, 75 años después de la fundación del Salón de la Fama y 54
después de su clausura, elaboró, propuso y logró el apoyo para la refundación
de dicho Salón. En el Coloquio, de
forma democrática –algo inusual en nuestro contexto– se reconocieron los 68
cubanos exaltados hasta 1960 y se agregaron otros diez seleccionados por el
Tribunal elegido en el evento: Del período 1874-1961, el árbitro Amado Maestri
y los jugadores Esteban Bellán, Camilo Pascual, Orestes Miñoso y Conrado
Marrero. De 1961 a hoy Omar Linares, Orestes Kindelán, Luis Giraldo Casanova,
Antonio Muñoz y Braudilio Vinent. Con ellos suman 78 peloteros cubanos exaltados.
La importancia no radica en que aún no estén todos los que deben estar, sino
en que la decisión de cerrar el salón de la fama fracasó y por tanto, con su
reapertura, cada año otros cubanos serán exaltados, para lo cual existe un
Reglamento que impide cualquier intento de exclusión. De ahí emana la
trascendencia de la Refundación.
deportivasmlb@gamil.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario