jueves, 15 de enero de 2015

Renacimiento del Salón de la Fama: un hecho trascendental

Excelente articulo de mi colega Dimas Castellanos 

Dimas Castellanos

Unos cien entusiastas de nuestro deporte nacional, bajo el emblema de la utopía a la realidad, participaron en el Primer Coloquio Museo y Salón de la Fama del béisbol cubano los días siete y ocho de noviembre de 2014 en el capitalino Estadio Latinoamericano. En el evento, periodistas, historiadores e investigadores, entre otros,  aprobaron la refundación del Salón de la Fama adjunto a un museo del Béisbol Cubano, definieron el Reglamento para la selección y exaltación de los candidatos, eligieron al Tribunal que tendrá esa función en los primeros dos años y solicitaron al Ministerio de Cultura declarar al béisbol como “patrimonio intangible de la nación cubana”.

Si el Salón de la Fama fue creado en 1939 (tres años después del famoso Hall de la Fama de  Cooperstown, en Estados Unidos) y erradicado en 1960, su refundación además de noticia constituye un acontecimiento de trascendencia para la pelota,  para el deporte y para la nación cubana. Sin embargo, el hecho recibió una pobre cobertura informativa. El periódico Granma, diario oficial del Partido Comunista, del día 10 de noviembre ubicó la noticia como un subtitulo de un artículo destinado al análisis del equipo de pelota que representaría a Cuba en los Juegos Centroamericanos y del Caribe. Tal y como si la refundación del Salón fuera un subproducto de la selección que viajaría a Veracruz.

Una mirada retrospectiva basta para develar la trascendencia del hecho. En 1866 ya se jugaba pelota en Cuba; en 1874  se celebró el primer juego de pelota que fue noticiado en el Palmar del Junco; y en 1878, dos años después de Estados Unidos, debutó el profesionalismo en la Isla con la primera Liga Oficial del Beisbol Cubano. La calidad alcanzada fue tal que ya en la primera década del siglo XX los equipos cubanos ganaban y perdían de tú a tú con los equipos de la pelota profesional norteamericana.

Cuba se alzó como primera potencia del béisbol amateur y segunda de la pelota profesional. Por ejemplo, después de la Primera Serie Mundial de Béisbol Amateur celebrada en Londres en 1938, las cinco siguientes se efectuaron en el estadio La Tropical de La Habana, de las cuales Cuba ganó cuatro; mientras que en la Serie del Caribe, de las 12 que tuvieron lugar entre 1949 y 1960, Cuba ganó 7, las últimas cinco de forma consecutiva. Esos y otros resultados se reflejaron en el Salón de la Fama durante los 21 años de existencia (1939-1960), donde fueron exaltados 68 peloteros cubanos por sus méritos deportivos.

En 1960 el gobierno cubano, convencido de que la pelota “esclava” –como le llamaron al béisbol profesional– sería derrotada por la pelota “libre”, decidió suprimir el profesionalismo. Para ese fin el Estado dedicó inmensos recursos y logró la supremacía durante décadas en las competencias amateurs centroamericanas, panamericanas y mundiales. Satisfecho, el líder de la revolución, el 2 de enero de 1967 exclamó: Se erradicó el deporte profesional, y sobre todo, se erradicó en aquel deporte, que era uno de los más populares: la pelota… Pero lo más interesante es que jamás ningún deportista profesional cuyo negocio es el deporte, jugó con tanto entusiasmo, con tanta entereza, con tanto coraje, como el que llevan a cabo nuestros deportistas, que no son profesionales. Se proclamó así la gran victoria sobre la pelota “esclava”. Y en octubre de 1975 dijo: si en otros países de América latina no existe la revolución social, no se desarrolla la revolución social; por mucha técnica; por muchos entrenadores que contraten; por muchas cosas que inventen, no podrán obtener los éxitos que obtiene Cuba en el deporte.

Cuando se reiniciaron los choques con los equipos profesionales de otros países la supuesta superioridad comenzó a declinar, mientras cientos de jugadores de alta calidad comenzaron a abandonar el país en busca de lo inalcanzable dentro de las fronteras, entre ellos casi todos los mejores lanzadores de la Isla. El tiro de gracia se produjo a mediados de 2013 durante el tope realizado con una selección de estudiantes universitarios norteamericanos, donde el equipo nacional exhibió el más bajo rendimiento de los últimos torneos internacionales. Los cubanos, que habían derrotado a las selecciones universitarias estadounidenses en ocho de diez oportunidades, a pesar de superar a sus contrarios en experiencia y promedio de edad, fueron barridos en cinco partidos por verdaderos amateurs.

Al tiempo que eso ocurría, en el 2013 el cienfueguero Yasiel Puig, tras su debut con los Dodgers de Los Ángeles, recibió el premio al Mejor Jugador y Novato del Mes de junio; José Iglesias, infilder de los Medias Rojas de Boston fue seleccionado Novato del Mes en la Liga Americana;  José Fernández, lanzador de los Marlins de Miami, fue elegido para el Juego de las Estrellas, junto a Aroldis Chapman, el holguinero cerrador de los Rojos de Cincinnati; y el granmense Yoenis Céspedes, de los Atléticos de Oakland, ganó la competencia de jonrones. En el 2014, además de Céspedes, Puig y Chapman, en el Juego de las Estrellas participaron el pinareño Alexei Ramírez y el cienfueguero José Dariel Abreu, ambos de los Medias Blancas de Chicago; mientras Yasiel Puig revalidaba el título en el Festival de Jonrones. La calidad de estos jugadores se puede medir por las astronómicas cifras de sus contratos: 36 millones de Yoenis Céspedes, 42 de Yasiel Puig, 68 de José Dariel Abreu, 72,5 de  Rusney Castillo y los aproximadamente 100 millones, en discusión, de Yasmany Tomás.

La JORGE EBRO el Nuevo Herald
Revolución, a la vez que llevó la pelota a lugares donde no se jugaba, construyó nuevos estadios, creó escuelas deportivas y añadió nuevas graderías al Gran Stadium del Cerro, también impidió a nuestros peloteros medirse con los mejores del mundo; privó a los cubanos del béisbol profesional, que en vivo o por las cadenas radiales y televisivas se disfrutaba desde cualquier punto del país; e implantó una política informativa dirigida a ocultar los éxitos de los cubanos en otros países. El deporte se subordinó a una ideología y el Estado anuló toda participación e iniciativa ciudadanas. El resultado: el declive de la pelota cubana, las incontrolables y crecientes deserciones y la pérdida de popularidad de la pelota ante deportes como el fútbol.

A pesar de la falta de voluntad política, el régimen cubano está obligado a cambiar. En el caso de la pelota ese cambio pasa por el abandono de la  estrategia trazada en 1960 y el regreso a un camino que no se debió abandonar. En ese contexto se inscribe y se explica que la refundación del Salón de la Fama, aunque no emergiera de una iniciativa estatal haya sido aceptada por las autoridades.

A propuesta de un grupo de entusiastas, encabezados por el cineasta Ian Padrón, 75 años después de la fundación del Salón de la Fama y 54 después de su clausura, elaboró, propuso y logró el apoyo para la refundación de dicho Salón. En el Coloquio, de forma democrática –algo inusual en nuestro contexto– se reconocieron los 68 cubanos exaltados hasta 1960 y se agregaron otros diez seleccionados por el Tribunal elegido en el evento: Del período 1874-1961, el árbitro Amado Maestri y los jugadores Esteban Bellán, Camilo Pascual, Orestes Miñoso y Conrado Marrero. De 1961 a hoy Omar Linares, Orestes Kindelán, Luis Giraldo Casanova, Antonio Muñoz y Braudilio Vinent. Con ellos suman 78 peloteros cubanos exaltados.

La importancia no radica en que aún no estén todos los que deben estar, sino en que la decisión de cerrar el salón de la fama fracasó y por tanto, con su reapertura, cada año otros cubanos serán exaltados, para lo cual existe un Reglamento que impide cualquier intento de exclusión. De ahí emana la trascendencia de la Refundación.

deportivasmlb@gamil.com 

No hay comentarios:

Publicar un comentario