En el Salón Adolfo Luque, del EstadioLatinoamericano, a nadie extrañó la presencia de este jugador entre los electos al Salón de la Fama del Béisbol Cubano, cuya ceremonia de exaltación se llevó a cabo en el Juego de las Estrellas de Bayamo, Granma, el 29 de diciembre de 2014, una fecha que será recordada.
De cuello y corbata recibió el preciado galardón con figura tallada en bronce, que lo inmortalizaría ante el pueblo que lo vio surgir y alcanzar la cumbre. A su lado estuvieron Vinent, Muñoz, Kindelán y su ahijado en los terrenos de juego, Omar Linares. Grandes entre los grandes, ellos abrieron el camino entre los jugadores de Series Nacionales, bajo la protección histórica de Esteban Bellán, Conrado Marrero, Camilo Pascual, Miñoso y Amado Maestri, todos en un haz de cuatro letras.
Tampoco es de extrañar que sus primeras palabras fueran hacia tantos compañeros vueltabajeros y de todo el país, que en el futuro serán elegidos, porque este hombre de granito jamás ha pensado en primera persona. Por delante los demás, ha sido una religión de cuna que lleva como estandarte. Así lo define otro inmortal:
Lo que más admiro en él es su nobleza, no tiene mal carácter. Nunca olvidó su origen; al igual que a mí, no se me puede olvidar que siendo un niño tenía que hacer de todo para subsistir. No es ambicioso, siempre compartíamos el mismo cuarto. En Bélgica estaba lesionado y había que infiltrarlo y le dije que no se moviera, que yo se lo traía todo al cuarto, comida, medicina, etcétera.[1]
El 5 de diciembre de 1956, de Félix Orlando y Esthervina, nació Luis Giraldo Casanova Castillo, quien con el tiempo sería, al decir de Bobby Salamanca, El Señor Pelotero. El alumbramiento, doloroso y fecundo, fue en el Central Orozco de Bahía Honda, hoy Pablo de la Torriente Brau.
Niño intranquilo en familia humilde de doce hermanos, feliz y bien llevada, conoció de penurias e injusticias contadas por el padre, la personalidad que más influencia le ha ejercido. Nadie pudo imaginar que aquel vejigo escalaría tan alto en el Deporte Nacional Cubano.
Fue un estudiante inclinado a las matemáticas, de buena disciplina, pero no hecho para los libros, pues su vida estaría, forzosamente, vinculada al mundo de las bolas y los Stripes. No comenzaría en ese deporte, sino en el baloncesto y también jugó balonmano.
No obstante, la pelota se había creado para él y él para ella; ambos se complementan. En su pueblo, el receptor Pascualito Abreu lo convenció para que dejara el basket y se dedicara a la receptoría. No sin cierta renuencia, consiguió la aprobación de los padres para llevarlo a la EIDE. Allí comenzaría su escalada beisbolera. Poco después lo conocí en unos Juegos Escolares en el Borrego Park pinareño, comenté sus aptitudes y escuché: –Ése es el Capirro, el mejor.
Casanova fue un muchacho ambicioso, no del dinero ni cosas materiales que jamás le han interesado, sí por avanzar en la obra que se propuso y logró con creces. En el estadio admiraba a bateadores como Capiró y Marquetti. Después jugaría con ellos y contra ellos, quienes también lo admiran.
A partir de 1974 se abrió paso, cuando comenzó con Vegueros, bajo las órdenes de Francisco Martínez de Osaba, más conocido por Catibo, aunque su gran descubridor fue José Miguel Pineda, a quien los narradores Rubén Rodríguez y Bobby Salamanca aconsejaron ubicarlo en el cuarto turno al bate. Muchos criticaron tal decisión con un desconocido, pero el manager se mantuvo en sus trece: –Déjenlo ahí, si sirve pronto lo sabremos. –Y allí estuvo todo el tiempo.
Es difícil encontrar jugadores de la talla de Casanova, no solo por sus cualidades como bateador, a la defensa, velocidad de piernas y tiros certeros como disparos de cañones. A mi juicio, es en la cosmovisión donde radicó su excepcionalidad. Con uno de los brazos más poderosos y certeros desde los jardines, solo tiraba a home o la antesala cuando había una posibilidad clara del out.
En la primera campaña casi no jugó, otros calzaban bien los arreos, como Arturo Díaz y Jesús Escudero. Pero quiso la vida que coincidiera con Juanito Castro, quien sería el más grande catcher de siempre. A ellos no los eximieron del cumplimiento del Servicio Militar Obligatorio, e integraron el mismo team en unos Juegos Militares. Allí el manager Alpízar decidió enviar a Casanova para el right field y Juanito quedó detrás del plato. La sabia decisión permitió abrir el camino a quienes dejarían huellas indelebles en el mundo del béisbol.
En su segunda temporada, bajo las órdenes de Pineda, Casanova, El Capirro, o sencillamente El Capitán, discutió el Novato del Año con Lourdes Gourriel, otro que bien bailó. Quizás haya sido una injusticia, pues el vueltabajero conectó más cuadrangulares, impulsó más carreras, dio más extrabases y se destacó más a la defensa, pero Gourriel le aventajó en el average y le otorgaron el preciado galardón. En su humilde andar por la vida, justifica aquella decisión a favor del amigo. Y punto.
Su entrada al equipo Cuba fue por la puerta ancha en los Juegos Centroamericanos de Medellín, Colombia 1978. Llegó de sustituto y terminó como titular. Una tarde Servio Borges lo mandó a empuñar por Antonio Muñoz y conectó un batazo que la bola fue a dar a una distancia pocas veces vista. Ya no volvió a la banca, destronó a un rey de la posición como Wilfredo Sánchez, en plenitud de facultades.
Los jugadores así no tienen rivales, solo el tiempo, el implacable, los echa a un lado. Más de una década estuvo con la Selección Nacional. Los scouts de todo el mundo, en especial de las Grandes Ligas, le anduvieron detrás para comprarlo, cual se compra un par de zapatos, un automóvil o un pantalón; él ni siquiera oyó las propuestas. Dicen que le llamaron “el millonario pobre”, e hicieron publicidad con él.
Casanova es un hombre de muchas anécdotas. Sus excepcionales condiciones y resultados históricos son bien conocidos, por eso prefiero hablar de cosas que lo engrandecen como ser humano. Jamás le ha faltado a nadie, ha hecho de la amistad un culto. Solo así se despoja un hombre del dinero de un viaje para regalárselo a su compañero de equipo el día de bodas, como sucedió con Jorge Luis Valdés, y usted tiene que enterarse por otros, porque él jamás lo ha comentado; lo hizo, y basta.
En su primer viaje al exterior, Linares no tenía grabadora en la casa. Sin pensarlo dos veces, le entregó todo su dinero para que reuniera lo necesario: –Yo tengo la mía. –Ubicaron al Niño bajo su protección y lo cuidó como se cuida a un hijo.
Una vez lo expulsaron del terreno, cuando respondió fuera de sí ante un lanzamiento avisado del villaclareño Octavio Gálvez. Incapaz de guardar rencores ni criar venganzas, hoy conserva los mejores recuerdos.
Eso fue en una conversación entre un grupo de peloteros de Las Villas y Pinar del Río, haciendo cuentos, y yo le digo a Jova: –‘Voy a decirle al pitcher de nosotros esta noche que te tire por los pies, para sacarte del juego’. Y yo no sabía ni quién iba a pitchear, porque esa conversación fue por el día y el juego era de noche. En ese momento él llega y dice: –Bueno, si yo pitcheo te voy a dar dos pelotazos. –Y es ahí donde yo le digo: –‘Yo no he hablado contigo, si me das uno no voy a entender que se te fue la bola, voy a pensar que me la tiraste’. Cuando estamos jugando él no está pitcheando, viene de relevo cuando yo voy a batear y ahí es donde me da el pelotazo.[2]
No obstante su entrega sin límites al terreno, ha cargado varias injusticias, como aquella donde Servio Borges lo llevó a la banca un día después de conectar tres jonrones en un desafío, en la ciudad de Edmonton, Canadá. Lo que más le duele es que el manager mintió a la prensa cuando afirmó que él estaba enfermo. –Me preocupé porque eso lo iba a oír mi familia en Cuba y yo estaba perfectamente bien.
En otra ocasión, en perfectas condiciones, quedó fuera del equipo y nadie se le acercó para una necesaria explicación. Si alguien está apto para entender, ése es Luis Giraldo Casanova, pero al parecer no lo mereció. Entonces, con algunos achaques de salud, prefirió colgar el honroso 14 y despedirse de su pueblo con un jonrón, en el Capitán San Luis, aquella triste noche de 1992, cuando quedamos vacíos, explorando el horizonte.
Por sus condiciones naturales, quizás haya sido el jugador que con más facilidad logró imponerse en el mayor nivel de nuestro béisbol. No es secreto que se permitió libertades vedadas a otros. Fue tal su influencia, que un manager avezado como Pineda lo ubicaba en el jardín derecho bajo cualquier circunstancia. En más de una ocasión lo vi partir disciplinadamente para allá, con una sandalia en la cintura o los pies hinchados. –Déjenlo ahí, yo quiero que la gente lo vea en su posición, no importa que hoy no bateé.
No fue un jugador de mucho hablar, ni gritar, ni convertir en espectaculares las jugadas. Lograba la maestría con naturalidad y ejerció un poder excepcional sobre los demás, con palabras que eran sentencias en los mítines de cualquier equipo. Jorge Fuentes me ha confesado que en los momentos difíciles, prefería ponerlo a hablar a él, y la gente lo seguía: –Aquí lo que hay es que ponerse bien los co….. y salir a ganar, los cobardes que no salgan al terreno. –Ni una palabra más, y la gente aplaudía su salida a la grama.
Algunas veces hubo escepticismos sobre su participación en un determinado desafío. Los anotadores exigían la alineación y Pineda agotaba su paciencia, hasta verlo saltar al terreno por la zona del left con el simple bártulo al hombro. Entonces, con una sonrisa a flor de labios comentaba: –¡Ya ganamos!
Luis Giraldo Casanova brilló como ninguno en el terreno de juego, su calidad rayó en la perfección. No tenía defectos ni a la ofensiva ni a la defensa; así de sencillo puede valorarse este superatleta, que no alcanzó los Juegos de las Olimpiadas, pues su deporte no estaba contemplado en el Programa. Todos hubiésemos querido verlo en Barcelona 1992 y reeditar la Triple Corona de Edmonton 1981, aquella hombrada por la que disfrutó, y sintió el dolor por la Copa Intercontinental perdida.
Roberto Clemente ha sido el mejor jugador latino de las Grandes Ligas, de una capacidad total al bate, 3 000 hits y excelente a la defensa, con uno de los brazos más poderosos que recuerde aquel circuito. Falleció en 1972 en una misión humanitaria cuando se trasladaba a Nicaragua para socorrer a los damnificados por un feroz terremoto. Eso lo inmortaliza más.
No pocos han comparado a Casanova con Clemente. Veamos este criterio de Tony Oliva, uno de los más emblemáticos jugadores cubanos en las Mayores y una voz bien autorizada:
Muchos entendidos de la pelota americana (scouts) se detuvieron en este excepcional jugador cubano, y se atrevieron, nada más y nada menos, que a compararlo con mi amigo Roberto Clemente.[3]
Qué más puedo decir de este hombre que conserva la pureza de la niñez, a quien solo una vez le reprochó algo su gente, y no pudo contener las lágrimas:
Mi momento más desagradable fue uno solo, aquí en Pinar del Río. La única vez que a mí me chiflaron en la pelota en todo el tiempo que jugué. Fue en un partido contra Camagüey, jugando en el center field. Estábamos empatados en el noveno y dan un hit por mí, y en el momento de tirar se me cae la pelota y anotaron la carrera. Vinimos nosotros y no hicimos. El pueblo entero empezó a chiflarme. Ese es el único momento malo que tuve en la pelota.[4]
He ahí el porqué de El Señor Pelotero. Y la inclusión en el Salón de la Fama del Béisbol Cubano, en su refundación el 8 de noviembre de 2014.
SERIES NACIONALES Y SELECTIVAS
A LA OFENSIVA
SN CB VB C H AVE 2B 3B HR TB SLU. BR
17 6558 5288 1144 1705 .322 288 41 312 3011 .569 120
CR CI SH SF DB BB BI SO BD IO
74 1069 4 61 147 1049 173 604 106 9
A LA DEFENSA
JJ INN. O A E TL AVE DP TP PB BR CR
1535 11514,2 4703 269 104 5076 .980 283 0 13 25 16
Hechos significativos
De por vida:
-Décimo en carreras anotadas: 1144.
-Cuarto en slugging: .569.
-Sexto en jonrones: (312).
-Cuarto en bases intencionales: 173.
-Tercero embasado por obstrucción o interferencia: 9.
-Décimo en pelotazos: 147.
-Octavo en bases por bolas: 1049.
Liderazgos por temporadas en Series Nacionales:
-Carreras anotadas: 1980 (64).
-Dobles: 1984 (19).
-Jonrones: 1980 (18), empatado con Pedro José Rodríguez; 1984 (20).
-Carreras impulsadas: 1984 (67).
-Bases por bolas: 1980 (57); 1983 (34), empatado con Alejo O’Relly.
-Bases intencionales: 1983 (10).
-Pelotazos: 1980 (10).
En un juego:
-Carreras anotadas: 8 de abril de 1979 (6).
-Tres jonrones conectados: 20 de enero de 1981.
-Bases por bolas: 17 de enero de 1980 (5).
-Pelotazos: 22 de enero de 1980 (3).
Liderazgos en Series Selectivas:
-Líder de los bateadores: 1981 (.363); 1984 (.391).
-Carreras anotadas: 1982 (49).
-Triples: 1981 (4); 1982 (4).
-Bases por bolas: 1979 (44); 1982 (48).
-Bases intencionales: 1980 (12); 1981 (9); 1982 (8); 1984 (8).
-Flies de sacrificio: 1982 (4).
-Pelotazos recibidos: 1981 (10).
CASANOVA INTERNACIONAL
Eventos VB H HR CI AVE
VIII Mundial Juvenil 11 4 1 4 .364
6 Campeonatos Mundiales 238 95 27 85 .399
6 Copas Intercontinentales 164 69 19 57 .429
2 Panamericanos 56 22 6 19 .393
2 Centroamericanos y del Caribe 59 33 13 32 .559
Copa Simón Bolívar (Venezuela 1985) 20 7 2 9 .350
2 Torneos José Antonio Huelga 60 22 3 14 .367
2 Meteoros de la Confraternidad (R D) 30 5 2 8 .167
Copa Cayasso 1989 9 1 0 2 .111
Juegos de Buena Voluntad (Seattle 1990) 7 0 0 2 .000
Vs. Profesionales Venezolanos 1988 28 6 0 4 .219