lunes, 2 de diciembre de 2013

Cooperstown comete injusticia con Miñoso


El Nuevo Herald 12/1/2013 
Según la MLB, Orestes Miñoso cumplió 88 años. Para muchos que conocieron su historia, fue su cumpleaños 91. En su homenaje queremos hablar de su carrera y también de la injusticia que cometen los miembros del Comité de Veteranos que no acaban de elegirlo al Nicho de los Inmortales de Grandes Ligas.

Llegan nuevos candidatos para el Salón de la Fama del Béisbol y algunos ingresan a ese recinto sagrado, mientras tanto se apagan varios nombres con iguales o superiores méritos por una combinación de ignorancia, cobardía e hipocresía de los que votan y de quienes dirigen. Uno de esos peloteros es Orestes “Minnie” Miñoso.

El caso del “Cometa Cubano” va más allá de las frias estadísticas, pues lo primero que se debe considerar es que en esta pelota existió un gran pecado, la discriminación racial, donde decenas de jugadores se vieron impedidos de actuar y otros debutaron cuando ya eran estrellas en otros torneos, incluyendo la fuerte pelota cubana y la no menos caliente de las Ligas Negras de Estados Unidos.

El matancero, siendo una estrella en las Ligas Negras tuvo que esperar a que Robinson rompiera la barrera racial en 1947 para ingresar en las Mayores.

Por dicho pecado humano, perdió varias temporadas para luego convertirse en el primer pelotero hispano de la raza de color en Grandes Ligas.

El oriundo de Perico militó con los Tigres de Marianao en los torneos invernales de Cuba, donde fue un ídolo de multitudes por su juego completo y explosivo. Pero no sólo fue un ídolo en Cuba, también lo fue en Grandes Ligas, en las Ligas Negras y en los campeonatos de México.

En las Ligas Negras actuó con los New York Cubans, en 1946 y 1947. En ambas campañas participó en el Juego de Estrellas, y cuando en el 47, los Cubans, bajo la dirección de José María Fernández vencieron a los Clevelands Buckeyes para ganar la Serie Mundial de las Ligas Negras, fue Miñoso uno de los jugadores que guió el triunfo de su equipo.

Su debut en Grandes Ligas ocurrió en 1949 con los Indios de Cleveland, pero sólo le dieron oportunidad en 16 turnos al bate.
Su temporada oficial de novato fue en 1951 con los Medias Blancas de Chicago, siendo elegido ese mismo año al Juego de Estrellas junto a su compatriota el pitcher Conrado Marrero y el torpedero venezolano Alfonso “Chico’’ Carrasquel.

El antillano, una luminaria de la gorra a los spikes, se ganó el respeto del público desde su primer partido con los Medias Blancas. Terminó la temporada con promedio de .326 (2), 173 hits, 31 bases robadas (líder) 112 anotadas (2) y 14 triples (líder).

La publicación deportiva ‘Sporting News’ lo seleccionó el Novato del Año y en una decisión considerada equivocada por muchos expertos, el premio se lo dieron a Gil McDougald, un jugador de los Yankees.

El número 17 de los Medias Blancas finalizó su carrera con promedio de .298, conectó 1,963 imparables, 186 jonrones, impulsó 1,023 carreras, anotó 1,136 , recibió 584 pasaportes y robó 205 bases. Militó en siete Juegos de Estrellas y conquistó tres Guantes de Oro. Y estos números los sumó debutando en Grandes Ligas a la edad en que muchos peloteros están consagrados (28). Y no empezó tarde por un problema de calidad, fue por las circunstancias raciales de la época.

La única razón por la que Miñoso no terminó su carrera por encima de los .300, fue porque a la edad de 54 años (1976) hizo ocho apariciones oficiales al bate conectando un imparable, y en 1980 (58 años) sumó dos turnos sin hits.

Cuatro jugadores estadounidenses fueron elegidos a Cooperstown por iniciar tarde sus carreras, y a la vez por haber brillado en las Ligas Negras: Jackie Robinson, Roy Campanella, Larry Dobe y Monte Irving. Sin embargo, las estadísticas de este cuarteto no son superiores a las de Miñoso. Ellos merecieron respeto y fueron considerados, pero en el caso de Miñoso no se aplica.

¿Por qué ellos sí, y el antillano no? Si Robinson fue la figura que rompió la barrera racial, Miñoso fue quien le abrió el camino al pelotero negro cubano y latinoamericano.

Si el “Minnie” hubiera entrado a Grandes Ligas a los 21 o 22 años como debió ser, sus imparables estuvieran cerca de los 3,000, las remolcadas en 1,400, las anotadas en 1,500, los jonrones en 250 y las robadas en 300.

Por su coraje en el terreno y por su calidad como pelotero, el matancero se convirtió en un ídolo nacional y en una figura emblemática en Chicago. Su nombre está en el Salón de la Fama del equipo, su número se encuentra retirado y en el estadio aparece una estatua con su figura.

Millones de personas en Estados Unidos, así como en Cuba, México y Latinoamérica, esperan que las puertas del Salón de la Fama sean abiertas para esta leyenda.

¿Pero cuándo será ese día? ¿Esperan a que su alma esté en el cielo? Eso es injusto.

A Miñoso le queda una oportunidad para ser admitido por el Comité de Veteranos y si no lo logra su nombre saldrá de la lista y las posibilidades serán casi nulas.

“No quisiera morir sin ver mi nombre en Cooperstown, pero al parecer me voy a ir de este mundo sin lograrlo”, nos dijo en una ocasión el cubano.

Los 83 miembros del Comité de Veteranos deberían reconocer la historia de este pelotero. Por favor, impartan justicia con Orestes Miñoso.


deportivasmlb@gmail.com

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